El inquisidor y la supuesta hechicera
A un viejo inquisidor es presentada
una hermosa mujer que de hechicera,
sin más motivo que la envidia fiera,
ante su tribunal fue declarada.
Al tenor de los cargos preguntada,
los niega todos; mas, con voz severa,
la comprimía el juez de tal manera
que la infeliz mujer, ya sofocada,
“Ilustrísimo (clama), esto es lo fijo:
yo de hechizos, señor, no entiendo nada;
este es solo el hechizo que colijo”.
Dice, y alza las faldas irritada;
monta él las gafas, y al mirarlo dijo:
“¡Hola, hola! ¡Pues no me desagrada!”.
Francisco de Quevedo
Dejamos a un lado, o no, la poesía amorosa de Quevedo (porque lo llaman amor cuando quieren decir sexo), para centrarnos en su poesía satírica. Una muestra puede ser este soneto musicado por Vicente Monera. Las cosas cambian pero poco. Buen martes
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