Una puerta abierta a la música, la poesía, las versiones y a la sonrisa, con muchas pinceladas de cine y bandas sonoras. En recuerdo y homenaje al antiguo microprograma "Fonocopias" de Radio Nacional de España Radio 5
Esta canción no es de las más conocidas de Mercedes Sosa, pero si de las que marcó un antes y un después en la historia de la cantante
Mercedes Sosa comenzó a cantar con 15 años, en 1950, pero fué algo esporádico, que se convirtió en forma de vida a partir de 1957, tras su matrimonio con el músico Oscar Matus (Quien junto al poeta Armando Tejada Gómez y la propia Mereces Sosa son el fundamento del Movimento Nuevo Cancionero en 1963). Publicó un par de discos en pequeños sellos con escaso éxito. En 1963 intenta presentarse como cantante en Córdoba, en el Festival de Cosquin (el festival más importante de música folclórica de Argentina),. pero se lo prohibieron. A pesar de ello Jorge Cafrune (triunfador del festival dos años antes) la hizo subir al escenario, donde acompañada solo con un bombo cantó este tema, que fue extraordinariamente recibido por el público (a pesar de ser una mujer con aspecto de sirvienta)
En el vídeo anterior se recoge el audio de presentación de Jorge Cafrune y la interpretación de Mercedes Sosa
Es posible que Mercedes Sosa conociera este tema por la versión de Margarita Palacios, de la que cantó un tema en la radio con quince años, pero por no sobrecargar, he elegido una versión realizada por "Las Voces del Huayra", quinteto en el que participaba Jorge Cafrune de 1957 a 1959, que grabaron este tema en 1957
Hay bastantes versiones de este tema, por ejemplo Manu Chao, lo suele interpretar en directos, pero he elegido solo dos versiones para comparar un poco, la primera la de la calchaqui Jacinta Colgori , que la distribuye a través de bandcamp desde el 2016, de su disco "Pa' Chinas y Changos"
La segunda versión es la "Contracorrente", un grupo del que desconozco casi todo, fué su primer EP en el 2013, con temas de folklore argentino, chileno, brasileño, portugués y vasco, con unas versiones diferentes, con muy buen fondo musical, como esta (cuarta pista del disco)
Acabo con otro vídeo del Ministerio de Cultura de la Nación Argentina del 2020, titulado "Historia de un escenario", donde junta la historia de Jorge Cafrune y Mercedes Sosa
No puedo acabar solo con un trozo de esa canción archiconocida, que Jorge Cafrune grabó para su quinto disco de 1965, y cuya historia merecería una entrada,, por ello os dejo con la canción y otro día os contaré algo más de ella, sus inicios con un dúo riojano y otras batallitas,...
Comienzo con esta versión de Jorge Cafrune, que tanto nos gustaba en España, aparece en su disco de 1965 "Ando cantandole al viento y no solo por cantar", que se inicia lógicamente con este tema. Utiliza el arreglo musical de Oscar Matus, que sacó un disco en ese mismo año, pero me gusta más la versión de Mercedes Sosa de 1966, de su disco "Hermanos" (pista quinta). Suena un poco mal al principio pero es la única versión que he encontrado
Hubo otras, muchas más,
Hubo otras, muchas más.
La guerra que vendrá, no es la primera.
La guerra que vendrá, no es la primera.
"La guerra que vendrá, no es la primera,
hubo otras guerras.
Al final de la última quedaron vencedores y vencidos.
Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre los vencedores el pueblo llano la pasó también".
La guerra que vendrá, no es la primera.
La guerra que vendrá, no es la primera.
Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre los vencedores el pueblo llano la pasó también.
Entre los vencedores el pueblo llano la pasó también.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Entre todos ellos el pueblo llano pasaba hambre.
Bertolt Brecht extracto
del Canton de Guerra Aleman (Gegen den Krieg) Manolo Díaz 1971 LP Apocalipsis
El amor y la muerte en forma
de guerra están muy unidos, más de lo que desearíamos, En el año 1971 el grupo
Aguaviva sacó su segundo LP titulado Apocalipsis donde al hablar del segundo
jinete (la guerra) incluye este poema de Bertolt Bretch, incluido en "Cantón de guerra alemán", Un poema vibrante que
ha sido musicalizado por diferentes personas y diferentes estrofas una de las
más conocidas es la de “General”, primero la versión de Jorge Cafrune, que creo
que no se publicó hasta después de su muerte
Y la segunda es la que
incluye en su primer disco el alicantino Adolfo Celdrán “Silencio” de 1970, un
disco adelantado a su tiempo y tras el cual deja Madrid y vuelve a Alicante a
ejercer la docencia. El disco cuenta además con una portada de Genovés que en
aquellos años me parecía que el disco no podía ser mejor y cincuenta años después,
aún se me todas las canciones de memoria
En España el grupo Jarcha
realizó una versión bastante completa en el disco “por las pisadas” de 1978
(último corte), pero no he logrado encontrar un audio para que lo escuchéis,
así que os dejo con una versión recitada, precisamente con traducción del poeta Jesús López Pacheco, que era uno de los poetas cantados por Adolfo Celdrán en el disco comentado antes
Llegamos a la pintura y que
mejor propuesta que la obra de Rubens: Los horrores de la guerra (también conocida
como Las consecuencias de la guerra, es una alegoría de las guerras que habían
asolado a Europa, pintada en 1637, con destino al Palacio Pitti del duque Fernando
II de Médici. Actualmente se conserva en la Galería Palatina del Palacio Pitti,
en Florencia. Cuadro en el que se inspira Goya para su serie Los Horrores de la
Guerra, Rubens fue un pintor admirado por Felipe IV, a quien encarga las
pinturas del desaparecido edificio de la “torre de la parada” en El Pardo,
donde colabora entre otros con Velázquez en 1636, y según los estudiosos posee
ecos de esa ingente obra
Tengo miedo de mirar mi dolor.
No vaya a ser que me quede demasiado grande.
Prefiero calzar mi debe como una valentía de espuelas
e hincando mi pereza, que quisiera morir
cobardemente, andar con frente firme ante la
pampa yerma del dolor de los otros.
Sólo así quiero merecer.
Ricardo Güiraldes. La Porteña. 1921
Hoy 8 de octubre se cumplen 93 años del fallecimiento del
novelista y poeta argentino Ricardo Güiraldes, con 41 años de vida, su obra mas
conocida es Don Segundo Sombra, basada en sus experiencias de la Pampa. Ricardo
vivió una vida viajera, residió en Europa, Mexico y falleció finalmente en París.
Como no he encontrado sus poemas musicados he elegido esta canción de Facundo Cabral,
compuesta en 1970, tras encontrarse con Jorge Cafrune y añorar su tierra. "No soy de aquí, ni soy de allá"
Vuelvo con Don Ricardo, perdonar la digresión pero es que
esa canción me encanta. Ricardo Güiraldes incrementó su creación poética en los
últimos años, con los llamados “poemas místicos”, publicados de forma póstuma
en 1928, os dejo con uno
Infinito
Mi Dios bajo tu amparo escribo.
Por mi boca tan chica se empequeñece tu
amor por las cosas que están en ti sin disminuirte.
Tu palabra en mí se reduce, y yo de ti
me agrando.
Pobre cosa tuya sufro de sobrarme a mí
mismo y mi alma camina en la frase como un ciego lleno de luz.
Dame tu ley para que así crezca hasta
merecer nombrarte.
Ademas de la poesía y la novela Ricardo Güiraldes
escribió cuentos, casi todos recogidos en el libro “Cuentos de muerte y de
sangre,…” de 1915, con una buena edición publicada en 2006. He elegido uno de
esos cuentos; “El pozo” para despedir a este poeta, Al final os dejo el texto
íntegro por si tenéis curiosidad
Y como despedida musical he elegido otra canción de sobra
conocida, esta vez de Jorge Cafrune, que la graba por primera vez en su quinto
disco de 1964 (“Emoción, canto y guitarra”) y que le acompañó en sus
conciertos, incluso en el último de enero de 1978, donde la cantó a petición
del público a pesar de estar prohibida por la Junta Militar, y ser causa según
algunos del accidente que sufrió días después. Una canción que fue mítica en
España en los primeros años de la democracia, y que ahora persiste a pesar del
olvido, me refiero a “Zamba de mi esperanza”
Sobre el brocal desdentado del viejo pozo, una cruz de
palo roída por la carcoma miraba en el fondo su imagen simple. Toda una
historia trágica.
Hacía mucho tiempo, cuando fue recién herida la tierra y
pura el agua como sangre cristalina, un caminante sudoroso se sentó en el borde
de la piedra para descansar su cuerpo y refrescar la frente con el aliento que
subía del tranquilo redondel. Allí le sorprendieron el cansancio, la noche y el
sueno; su espalda resbaló al apoyo y el hombre se hundió golpeando blandamente
en las paredes hasta romper la quietud del disco puro.
Ni tiempo para dar un grito o retenerse en las salientes,
que le rechazaban brutalmente después del choque. Había rodado llevando consigo
algunos pelmazos de tierra pegajosa. Aturdido por el golpe, se debatió sin
rumbo en el estrecho cilindro líquido hasta encontrar la superficie. Sus dedos
espasmódicos, en el ansia agónica de sostenerse, horadaron el barro rojizo.
Luego quedó exánime, solo emergida la cabeza, todo el esfuerzo de su ser
concentrado en recuperar el ritmo perdido de su respiración.
Con su mano libre tante el cuerpo, en que el dolor nacía
con la vida. Miró hacia arriba: el mismo redondel de antes, más lejano, sin
embargo, y en cuyo centro la noche hacía nacer una estrella tímidamente.
Los ojos se hipnotizaron en la contemplación del astro
pequeño, que dejaba, hasta el fondo, caer su punto de luz. Unas voces pasaron
no lejos, desfiguradas, tenues; un frío le mordió del agua y gritó un grito
que, a fuerza de terror, se le quedó en la boca. Hizo un movimiento y el
líquido onduló en torno, denso como mercurio. Un pavor místico contrajo sus
músculos, e impelido por esa nueva y angustiosa fuerza, comenzó el ascenso,
arrastrándose a lo largo del estrecho tubo húmedo; unos dolores punzantes
abriéndole las carnes, mirando el fin siempre lejano como en las pesadillas.
Más de una vez, la tierra insegura cedió su peso,
crepitando abajo en lluvia fina; entonces suspendía su acción tendido de
terror, vacío el pecho, y esperaba inmóvil la vuelta de sus fuerzas.
Sin embargo un mundo insospechado de energías nacía en
cada paso; y como por impulso adquirido maquinalmente, mientras se sucedían las
impresiones de esperanza y desaliento, llegó al brocal, exhausto, incapaz de
saborear el fin de sus martirios. Allí quedaba, medio cuerpo de fuera, anulada
la voluntad por el cansancio, viendo delante suyo la forma de un aguaribay como
cosa irreal…
Alguien pasó ante su vista, algún paisano del lugar
seguramente, y el moribundo alcanzó a esbozar un llamado. Pero el movimiento de
auxilio que esperaba fue hostil. El gaucho, luego de santiguarse, resbalaba del
cinto su facón, cuya empuñadura, en cruz, tendió hacia el maldito. El infeliz
comprendió: hizo el último y sobrehumano esfuerzo para hablar; pero una enorme
piedra vino a golpearle en la frente, y aquella visión de infierno desapareció
como sorbida por la tierra.
Ahora todo el pago conoce el pozo maldito, y sobre su
brocal, desdentado por los años de abandono, una cruz de madera semipodrida
defiende a los cristianos contra las apariciones del malo.