Una puerta abierta a la música, la poesía, las versiones y a la sonrisa, con muchas pinceladas de cine y bandas sonoras. En recuerdo y homenaje al antiguo microprograma "Fonocopias" de Radio Nacional de España Radio 5
Ya no es
mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Con este
libro Borges, retoma la publicación de poemas (“Desde Cuaderno San Martín
(1929) hasta El hacedor (1960) la obra poética de Borges no se había
incrementado sino en seis poemas. El hacedor registra un aumento
numérico no excesivo, pero relativamente sensible: 23 nuevas composiciones. Sin
duda la actividad del Borges lírico parecía muy ralentizada con relación a su
obra en prosa”) En este libro se recogen íntegros, todos los poemas de El
hacedor y se mientras aporta cincuenta y siete poemas nuevos. Poemas de
tono sosegado como el que os propongo hoy, dos sonetos enlazados donde la vida
acepta la enfermedad o la ceguera y la próxima llegada de la muerte
Jairo
musicalizó la segunda parte de este poema en su disco de 1975 “Jairo canta a
Borges” (primer corte de la cara B)
Si cada hora vino con su muerte,
si el tiempo era una cueva de ladrones
los aires ya no eran Buenos Aires,
la vida nada más que un blanco móvil.
Usted preguntará por qué cantamos.
Si los nuestros quedaron sin abrazos,
la patria casi muerta de tristeza
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que explotara la vergüenza.
Usted preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque el río esta sonando
y cuando suena el río suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Si fuimos lejos como un horizonte,
si aquí quedaron árboles y cielo,
si cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro.
Usted preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la cancion se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.
Mario Benedetti .Cotidianas – 1979
En Septiembre de este año Benedetti
cumpliría cien años, siempre es un motivo mas para recordarle
La primera versión musicada que
conozco de este poema es la del compatriota de Benedetti, el uruguayo Hector
Numa Moraes, en su disco “Furia” de 1979, era el tema con el que cerraba el
disco (décimo corte) La primera versión que he odio habitualmente es la de
Nacha Guevara que la incluyó en 1984 en su disco “Los patitos feos” era el
primer corte de la cara B (sexto actual)
La siguiente versión que os propongo es la que se desarrolla en un espectáculo del
mismo nombre que se desarrolló en agosto de 1984 en Santiago de Chile
interpretada por Nito Mestre, Celeste Carballo, Juan Carlos Baglietto y Oveja
Negra
La tercera versión es la del grupo
reggae puertoriqueño “Cultura Profética”, aparece en su disco “Canción de
Alerta” de 2008 (quinto corte)
Este poema de Benedetti, poco conocido
en España, solo conozco esta versión de un fragmento (casi completo) del poema
donde se trastoca ligeramente el orden y desaparece la primera estrofa, con que
Los Sabandeños cierran su disco de aniversario de sus cuarenta años: “Diamante”
del 2006, con el que cierran el disco. Es una versión recitada mientras que de
fondo suena la música de “Si se calla el cantor” de Horacio Guarany. Una versión
preciosa para mi gusto
Benedetti además de poeta era un gran
contador de historias; en estos días que no sabemos bien quienes somos
realmente, me he acordado de este relato con el que dejo de incordiar: “El Otro
Yo”
Y este es el relato:
“Se trataba de un muchacho corriente:
en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido
cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba
Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la
mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en
los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse
incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico, y
debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del
trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y
encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió.
Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el
muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente
al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue
un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría
ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto,
cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad.
Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e
inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él,
ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a
escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y
saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que
dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que
se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía,
porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.”
EL OTRO YO, un cuento de Mario Benedetti(Uruguay,
1920-2009) del blog: Narrativa Breve.