Una puerta abierta a la música, la poesía, las versiones y a la sonrisa, con muchas pinceladas de cine y bandas sonoras. En recuerdo y homenaje al antiguo microprograma "Fonocopias" de Radio Nacional de España Radio 5
Quizá mañana cuando mi mirada no brote en la luz como pobre amapola de agua, venga la soledad.
Pero hoy canto en libertad y mientras canto no estoy aislado, pues el corazón va conmigo y con él hablo.
Beberé el paisaje en un amanecer de lirios. Las campanas del mar en los vientos fugitivos. Cada momento un pájaro, cada pulso un latido. Una espada de lluvia cortando la flor del viento.
Ni las miradas torvas, ni los labios esquivos, ni las voces enemigas, ni los hombres miserables.
Viviré como el fuego encendido en la noche. Tendré cumbres de estrellas, cantaré para los hombres.
Estoy conmigo mismo. El corazón es quien manda, y yo obedezco.
Celso Emilio Ferreiro. Longa noite de pedra (1962)
Hoy comienzo con una pequeña trampa, aunque Celso Emilio Ferreiro escribió poemas en castellano y gallego, la mayor parte de sus poemas, y todos los de "Longa noite de pedra", están escritos en gallego.
En 1972, el grupo Aguaviva, lo grabó en su disco "La casa de San Jamás", con el título de "Canción del Hombre Libre", esta es su versión en el directo de su concierto en la Universidad Complutense madrileña de 2018, junto a Los Lobos.
Os dejo con el original en gallego, con la música del ferrolano Manuel Alonso (Manolo Bacalhao)
Spiritual
Cicais mañá cando a miña mirada non abrolle na luz como cativa mapoula de auga, veña a soedade.
Pero hoxe canto en libertá e mentras canto non estou isolado, que o corazón vai comigo e con il falo.
Beberei a paisaxe nun amencer de lirios. As campanas do mar nos ventos fuxidíos. Cada intre un paxaro, cada pulso un latexo. Unha espada de chuvia cortando a frol do vento.
Nin as olladas torvas, nin os beizos esquivos, nin as voces nemigas nin os homes cativos.
Vivirei coma o lume alcendido na noite. Terei cumios de estrelas, cantarei para os homes.
Estou comigo mesmo. O corazón é quen manda, i eu obedezo.
Para seguir con la modernización que inspira los poemas de Celso Emilio Ferreiro, os comento que en el 2017, el grupo de punk-metal-rock, Tabula Rasa grabó esta versión que solo he encontrado en bandcamp
Tengo las redes llenas,
(manos vacías).
Las redes son del amo;
las manos mías.
Estaba el mar vacío
bajo la noche;
Con sudor lo llenamos
los pescadores.
Está el campo sombrío
de madrugada;
con las manos hacemos
la luz del alba.
¡Cuándo será la tierra
tuya en tus manos;
tuyas la barca y redes,
y el mar tu esclavo! Carlos Álvarez Cruz: Tiempo de siega y Otras Yerbas (1970)
Después de hablar el viernes de la película de Nanni Moretti, me parece sensato seguir esta semana con los poemas de un poeta solitario, y solidario durante la dictadura franquista. Se trata de Carlos Álvarez Cruz, nacido en Jerez en 1933, y fallecido en Madrid el pasado año 2022, sus poemas se imprimieron antes fuera de España, y eso y su militancia política lo ha hecho ser poco conocido
Empiezo con el primer poema cantado, que conocí de este poeta, en el disco "Silencio" de 1970, del cantautor de la terreta Adolfo Celdrán, que habéis escuchado (cuarta pista de la cara B).
Es el único poema de Carlos Álvarez Cruz, versionado por varios músicos, la siguiente propuesta es la que realizó el Grupo Aguaviva con música de Honorio Herrera, que era la segunda pista de la cara B del disco
La tercera versión, se realiza con la musicalización de Adolfo Celdrán, con arreglos propios, corre a cargo de Nuestro Pequeño Mundo, en el disco de 1975, Cantar de la Tierra Mía (cuarta pista de la cara A)
Sobre el año 2004, la Junta de Andalucía editó un libro con tres discos, titulado "Manifiesto Canción del Sur Andalucía, libro disco muy dificil de conseguir, que incluía en el primer disco esta versión del granadino Antonio Fernández Ferrer "Nande Ferrer", titulada Manifiesto de un hombre de mar
XXIII
Cuando me han visto solo y recostado
al borde del camino...
unos hombres
con trazas de mendigos
que cruzaban rebeldes y afanosos,
me han dicho:
Ven con nosotros,
peregrino.
Y otros hombres
con porte de patricios
que llevaban sus galas
intranquilos,
me han hablado
lo mismo:
Ven con nosotros,
peregrino.
Yo a todos
los he visto
perderse
allá, a lo lejos del camino...
y me he quedado solo,
sin despegar los labios, en mi sitio. León Felipe: Versos y oraciones del caminante (1920)
Salida para Lugo para comenzar la última parte del Camino de Santiago, y que mejor compañía poética que la del poeta peregrino León Felipe, como se definía el mismo.
Comienzo con este poema de su libro "Versos y Oraciones del Caminante", al que puso música en 1972, Aguaviva, en su disco "La casa de San Jamás" (duodécimo y último corte de la cara B del disco), con el título "La Canción del Peregrino"
Mi intención esta semana es mezclar poemas y canciones de peregrinos, y para empezar que mejor romance que el de Don Gaiferos, del siglo XIII. He elegido la versión del grupo Taracea
En 1939 en el
exilio mexicano León Felipe escribe su libro “Español del éxodo y del llanto”,
dedicado al presidente de la República de México como muestra de gratitud, el
quinto poema del libro primero es Reparto, que dice
"La España de
las harcas no tuvo nunca poetas. De Franco han sido y siguen siendo los
arzobispos, pero no los poetas. En este reparto injusto, desigual y forzoso,
del lado de las harcas cayeron los arzobispos y del lado del éxodo, los poetas.
Lo cual no es poca cosa. La vida de los pueblos, aún en los menesteres más
humildes, funciona porque hay unos hombres allá en la Colina, que observan los
signos estelares, sostienen el fuego prometeico y cantan unas canciones que
hacen crecer las espigas.
Sin
el hombre de la Colina, no se puede organizar una patria. Porque este hombre es
tan necesario como el hombre del Capitolio y no vale menos que el hombre de la
Bolsa. Sin esta vieja casta prometeica que arrastra una larga cauda herética y
sagrada y lleva sobre la frente una cresta luminosa y maldita, no podrá existir
ningún pueblo.
Sin
el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las harcas victoriosas, que lo
oiga Franco
Tuya es la
hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo…
mas yo te dejo mudo… ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?"
Los versos finales
fueron cantados por Aguaviva en su primer disco de 1970 “Cada vez más cerca”, con el nombre de “Mía es la voz”, cuarto tema
de la cara A, me sigue pareciendo milagroso que la censura autorizara este
disco, máxime cuando el homenaje a León Felipe en el Cine (teatro) monumental
de Madridel 14 de marzo de 1977, organizado
por los amigos de la Unesco fue prohibido con todas las entradas vendidas, en
él iba a actuar entre otros Aguaviva (junto a Soledad Bravo, Adolfo Celdrán,
Francisco Curto y Luis Pastor) Esta es la versión cantada en un vídeo y audio
del concierto celebrado en la Universidad Complutense de Madrid en 1978. Creo que
el audio es mejor y me parece un buen homenaje a estas voces
Si habéis visto
el documental sobre León Felipe que ha dado origen a estas tres entradas, no sé
si os sorprendería cuando en un momento se dice que León Felipe quiso pedir
perdón al resto de poetas españoles, que se quedaron en España, y lo hizo a través
de una carta a otra gran poeta casi olvidada, Angela Figera Aymerich, nacida en
Bilbao pero que residió en Madrid gran parte de su vida, conocida como la
Gabriela Mistral Bilbana, por la calidad y calidez de sus poemas, actuó de
mediadora entre los poetas del interior y los exiliados, en los años 1957 y
1958, consiguiendo en 1957 que Pablo Neruda recupere el diálogo -interrumpido
tras la guerra civil en 1939- con los escritores del interior, y escriba su
"Carta a los poetas españoles" (París, 1957).
Posteriormente,
con su libro Belleza cruel y su correspondencia, convence a León Felipe
para que cambie su actitud y la consideración de los poetas del interior y les
"devuelva" el salmo y la canción que se llevó al exilio (México,
1958).,
Este es el
texto de León Felipe “Palabras”
"Con estas palabras
quiero arrepentirme y desdecirme, Ángela Figuera Aymerich... de cosas que uno
ha dicho, de versos que uno ha escrito...
Porque yo fui el que dijo al hermano voraz y vengativo, cuando, aquel día,
nosotros, los españoles del éxodo y del llanto, salimos al viento y al mar,
arrojados de la casa paterna por el último postigo del huerto... Yo fui el que
dijo:
Hermano... tuya es la hacienda...
la casa, el caballo y la pistola...
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...
Y ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
Fue éste un triste reparto caprichoso que yo hice, entonces, dolorido, para
consolarme. Ahora estoy avergonzado. Yo no me llevé la canción. Nosotros no nos
llevamos la canción. Tal vez era lo único que no nos podíamos llevar: la
canción, la canción de la tierra, la canción inalienable de la tierra. Y
nosotros, los españoles del éxodo y del viento... ¡ya no teníamos tierra!
Vosotros os quedasteis con todo: con la tierra y la canción.
Nuestro debió haber sido el salmo, el salmo del desierto, que vive sin tierra,
bajo el llanto, y que sin garfios ni raíces se prende, se agarra, anhelante, de
la luz y del viento.
Yo hablé también un día del salmo. "El salmo es mío", dije, "el
salmo es una joya que les dimos en prenda los poetas a los sacerdotes... y
ahora lo rescato, me lo llevo, me lo llevo del templo, me lo llevo en mi
garganta rota y desesperada..." Y dije también: "El salmo fugitivo y
vagabundo es el lenguaje justo del español del éxodo y del llanto"...
Palabras, palabras nada más. Yo no me llevé el salmo tampoco. Nosotros no nos
llevamos el salmo.
Al final todo se hizo grito vano, lamento hinchado, blasfemia sin sentido,
palabras de un idiota llenas de éstrépito y de furia que se perdieron como
burbujas de hiel en el vacío... Y nos quedamos luego todos mudos... Los mudos
fuimos nosotros... ¡Los desterrados y los mudos!
De este lado nadie dijo la palabra justa y vibrante. Hay que confesarlo: de
tanta sangre a cuestas, de tanto caminar, de tanto llanto y de tanta
justicia... no brotó el poeta.
Y ahora estamos aquí, del otro lado del mar, nosotros, los españoles del éxodo
y del viento, asombrados y atónitos oyéndoos a vosotros cantar: con esperanza,
con ira, sin miedos...
Esa voz... esas voces... Dámaso, Otero, Celaya, Hierro, Crémer, Nora, de Luis,
Angela Figuera Aymerich... los que os quedasteis en la casa paterna, en la
vieja heredad acorralada... Vuestros son el salmo y la canción.
México, D.F., junio, 1958. León Felipe
Este fue el
prólogo del libro “Belleza Cruel” que aunque escrito en 1955, no se animó a
intentar pasar la censura dadas sus experiencias previas, lo mandó a México,
donde se presenta al Premio de Poesía “Nueva España” de la unión de
intelectuales españoles, es premiado y se publica con ese prólogo de León
Felipe.
Posteriormente
el 29 de marzo de 1959 se publica en el periódico ABC de Madrid en la página
cinco
León Felipe
vivió en esa continua búsqueda, acabo con tres poemas del libro Versos y Oraciones de
Caminante: Qué me importa que se borren (poema XXVII, primera estrofa); Huyen...
Se ve que huyen (poema XIII, integro excepto tres versos intermedios) y No
es lo que me trae cansado (poema XII), que han dado lugar al tema musical “Poemas
Menores” de Evoeh (en el vídeo podréis encontrar el texto de los versos
musicalizados)
¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria! Sé que la historia es la misma, la misma siempre,
que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque... ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias,
de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella, entonces, me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!
¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia! León Felipe: Versos y oraciones del caminante (1920)
Sigo con la
poesía de León Felipe otro día más, Si visteis el documental os suena este
precioso poema, incluido en el relato, perteneciente también a la primera parte
de su obra, un poema del que os he puesto la versión de Hector Alterio, porque
a fecha de hoy es la que me parece mejor, hay tres versiones grabadas en audio
con disco, una en la voz del propio León Felipe, que no recitaba mal, la segunda
en la voz de Paco Valladares que es un grande y la tercera magistral en la voz
de Paco Rabal, pero me parece que la de Hector Alterio en la que contamos con el
audio y la imagen, supone un plus.
Parte del
poema fue musicalizado por Evoeh, en el disco que comentaba el martes
pasado, en el tema denominado como “Vals”, concretamente la cuarta estrofa que
comienza con “Sé que la historia es la misma …” y los siguientes seis versos hasta -... aquella comarca”. La otra parte de la canción pertenece al poema ¡Qué solo
estoy Señor!, que os pongo a continuación (versos 4 a 9 & 16 a 19)
XVI
¡Qué solo estoy, Señor;
qué solo y qué rendido
de andar a la ventura
buscando mi destino!... En todos los mesones
he dormido:
en mesones de amor
y en mesones malditos,
sin encontrar jamás
mi albergue decisivo…
Y ahora estoy aquí solo…
rendido
de andar a la ventura
por todos los caminos…
Ahora estoy aquí solo
en este pueblo de Ávila escondido, pensando
que no está aquí mi sitio,
que no está aquí tampoco
mi albergue decisivo. León Felipe: Versos y oraciones de caminante(1920)
León Felipe mantuvo
siempre esa postura personal tan propia por la que seguramente le admiramos
pero que tantos problemas le supuso a lo largo de su vida, antes de hablar de León
Felipe y la palabra, os dejo con este poema también de su libro “versos y
oraciones del caminante” conocido como “Ven con nosotros” y al que Aguaviva
musicalizó en su tercer disco la Casa de San Jamás de 1972 (último corte)
XXIII
Cuando me han visto solo y recostado
al borde del camino...
unos hombres
con trazas de mendigos
que cruzaban rebeldes y afanosos,
me han dicho:
Ven con nosotros,
peregrino.
Y otros hombres
con porte de patricios
que llevaban sus galas
intranquilos,
me han hablado
lo mismo:
Ven con nosotros,
peregrino.
Yo a todos
los he visto
perderse
allá, a lo lejos del camino...
y me he quedado solo,
sin despegar los labios, en mi sitio. León Felipe: Versos y oraciones del caminante (1920)
En el año 1970, cincuenta años después de ser escrito,
este poema fue cantado por Aguaiva y musicalizado por Manolo Díaz, Fue todo un
acontecimiento en aquella España gris. Además contaba con una carátula que era
impactante para la época, Ayer comentaba este disco con un amigo y ese es el
motivo por el que hoy lo traigo, Como curiosidad, este disco se publicó en 1971
en Nortemaérica en el sello Capitol, el mismo disco titulado "12 Who Sing the Revolution", con
las partes habladas/recitadas del disco traducidas, disco que creo no llegó a
publicarse nunca en España
Pero Lorca es muy fácil de cantar y este poema ha sido objeto
de más versiones, la primera por el onubense Antonio Portanet en 1975 en su
disco “Muertes”
Hemos de procurar no mentir mucho.
Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto,
para no hacer un hijo o evitar una guerra.
De pequeña mentía con mentiras de azúcar,
decía a las amigas: "Tengo cuarto de baño"
—mi casa era pobre con el retrete fuera—.
"Mi padre es ingeniero" y era sólo fumista,
¡pero yo le veía ingeniero ingenioso!
Me costó la costumbre de arrancar la mentira,
me tejí un vestido de verdad que me cubre,
a veces voy desnuda.
Gloria era hija de costurera y portero del madrileño
barrio de Lavapiés, sin embargo, consiguió vivir moderadamente feliz y sobre
todo hacernos felices a los demás con sus cuentos y sus poemas. Este poema
apareció en el LP de Aguaviva “La casa de San Jamás” en 1972 (quinta pista cara
A), donde como habréis podido escuchar participaba la propia Gloria Fuertes
La vida fue dura para Gloria y además de poemas alegres también
tiene poemas más duros, uno que me gusta particularmente es la Casida a una
casada, Al estilo de Lorca (en su Diván) recrea un poema con métrica de la
composición arábigo-persa de una casida, y con los juegos de palabra que le
caracterizaban
Casida a una casada
Mujer casada,
cansada
por el ‘ponte, venga, vamos, quiero’.
Mujer casada,
desenamorada
por el ‘ponte, venga, vamos, quiero’.
Mujer casada,
desilusionada
por el ‘ponte, venga, vamos, quiero’.
Mujer casada,
cascada,
en cascada tu pelo sobre el seno.
-Los sauces con ser sauces
no dan tal sensación de desconsuelo
Mujer casada,
sola
en cueros,
cual la mar en galerna sedienta de ternura
golpeada por el oleaje
del ‘ponte, venga, vamos, quiero’.