Una puerta abierta a la música, la poesía, las versiones y a la sonrisa, con muchas pinceladas de cine y bandas sonoras. En recuerdo y homenaje al antiguo microprograma "Fonocopias" de Radio Nacional de España Radio 5
Hoy encuentro, temblando ya y vacía,
la casa que los dos desperdiciamos
y el vago sueño del que despertamos
sin habernos dormido todavía.
Acordarse del agua en la sequía
no hace brotar ni florecer los ramos.
¿Dónde estás, dónde estoy y dónde estamos?
¿Qué fue del mundo cuando amanecía?
Hoy me pasa el amor de parte a parte.
Temo encontrarte y no reconocerte.
Temo extender la mano y no tocarte.
Temo girar los ojos y no verte.
Temo gritar tu nombre y no nombrarte...
Temo estar caminando por la muerte.
Cuando tendré, por fin, la voz serena,
sencillo gesto, la ansiedad cumplida,
sigilados los labios de la herida,
mi pleamar cansada por tu arena.
Cuándo mi sangre trazará en la vena
su ronda acostumbrada y consentida,
y unánimes irán —corta la brida—
el fiero gozo y la dorada pena.
Cuándo estará mi boca sosegada,
suave el aliento, el beso compañero,
compartida la gracia dela almohada.
Cuándo llegará el día verdadero
en que me suelte ya de tu mirada…
para poder decirte que te quiero.
Otro soneto de amor, que me encanta. Clara Montes, lo grabó en su segundo disco dedicado a Antonio Gala "Vuelvo a Antonio Gala" del 2013 (segunda pista)
La luna nos buscó desde su almena,
cantó la acequia, palpitó el olivo.
Mi corazón, intrépido y cautivo,
tendió las manos, fiel a tu cadena.
Qué sábanas de yerba y luna llena
envolvieron el acto decisivo.
Qué mediodía sudoroso y vivo
enjalbegó la noche de azucena.
Por las esquinas verdes del encuentro
las caricias, ansiosas, se perdían
como en una espesura, cuerpo adentro.
Dios y sus cosas nos reconocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
dos bocas, una a otra, se bebían.
El cantautor extremeño (de Almendralejo) le puso música y lo grabó en 1997 en su disco Victor Mariñas canta diez sonetos de amor de Antonio Gala con el título "La Luna nos buscó" (octavo corte)
Hoy vuelvo a la ciudad enamorado
donde un día los dioses me envidiaron.
Sus altas torres, que por mí brillaron,
pavesa sólo son desmantelada.
De cuanto yo recuerdo, ya no hay nada:
plazas, calles, esquinas se borraron.
El mirto y el acanto me engañaron,
me engañó el corazón de la granada.
Cómo pudo callarse tan deprisa
su rumor de agua clara y fácil nido,
su canción de árbol alto y verde brisa.
Dónde pudo perderse tanto ruido,
tanto amor, tanto encanto, tanta risa,
tanta campana como se ha perdido.
Tras hablar la semana pasada de dos granadinos ilustres (Luis García Montero y Miguel Ríos), voy a dedicar esta semana a un libro inspirado en gran medida por otro artista granadino el escultor Rafael Marín Girón, pareja sentimental durante más de una década de Antonio Gala, natural de La Zubia, pequeña localidad desde donde se divisa Granada y donde se crea la Leyenda del Laurel de la Reina (dicen que Isabel la Católica, se acercó a La Zubia durante el asedio de Granada a divisar la ciudad que ansiaba, siendo atacada por las tropas del Rey de Granada, y ganando la batalla de forma milagrosa)
El libro se publicó en 1987 en el diario ABC, y es solo parte del mismo, según relataba Gala existía un manuscrito de ciento un sonetos que se perdieron en una taberna del Albaycin, siendo reescritos parte de memoria
Poemas de amor y desamor, han sido musicados en su mayor parte por Clara Montes y algunos como los dos que previamente he recogido por más gente como Antonio Vega o Eduardo Aute. Esta es la versión de Clara Montes, de su disco de 1998. Clara Montes canta a Antonio Gala (segunda pista)
¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.
Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.
Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!
En el 1785 Schliller compone una oda a la libertad, que por causa de la censura, se tituló como "oda a la alegría".
En 1793, con 22 años, Beethoven conoce este poema y tiene ganas de musicalizarlo, supongo que en principio se plantearía hacer una liede o canción como las primeras musicalizaciones de poemas románticos, y de las que hay constancia como la música puesta entre otros por el propio Beethoven a poemas de Goethe, pero no es hasta veinticinco años después cuando esta idea se plasma, y nada menos que en el movimiento final de la novena sinfonía con lo que Beethoven inaugura un nuevo activo musical, la sinfonía coral, y es la mezcla de voz y música la que hace que nos estremezcamos, con esa composición. Beethoven modifica un poco la letra de Schiller, ajustando el texto a la música y añadiendo los cuatro versos iniciales. Os dejo con un extracto
En 1970, Miguel Ríos junto a Waldo de los Ríos arreglan letra y música y crearon el Himno a la Alegría, que fue un éxito inimaginable, que en ese año alcanzó las listas de éxito en medio mundo, desde Australia a Canadá
En 1971, la Oda a la Alegría musicada por Beethoven, se propone como himno europeo. Muchas versiones hay de este poema, desde el jazz al rock metal, para acabar os propongo escuchar el cuarto movimiento completo de la novena sinfonía con el texto en alemán y subtitulada en inglés y español
Señores pasajeros buenas tardes y Nueva York al fondo todavía, delicadas las torres de Manhattan con la luz sumergida de una muchacha triste, buenas tardes señores pasajeros, mantendremos en vuelo doce mil pies de altura, altos como su cuerpo en el pasillo de la Universidad, una pregunta, podría repetirme el título del libro, cumpliendo normas internacionales, las cuatro ventanillas de emergencia, pero habrá que cenar, tal vez alguna copa, casi vivir sin vínculo y sin límites, modos de ver la noche y estar en los cristales del alba, regresando, y muchas otras noches regresando bajo edificios de temblor acuático, a una velocidad de novecientos kilómetros, te dije que nunca resistí las despedidas, al aeropuerto no, prefiero tu recuerdo por mi casa, apoyado en el piano del Bar Andalucía, bajo el cielo violeta de los amaneceres de Manhattan, igual que dos desnudos en penumbra con Nueva York al fondo, todavía al aeropuerto no, rogamos hagan uso del cinturón, no fumen hasta que despeguemos, cuiden que estén derechos los respaldos, me tienes que llamar, de sus asientos.
Luis García Montero. Habitaciones Separadas (1994)
Life vest under your seat (chaleco salvavidas debajo de su asiento) es otro poema del libro de Habitaciones Separadas donde se entremezclan dos planos (uno íntimo y otro público, de las cosas cotidianas), que hacen que sus poemas sean sentidos por el lector
En el 2003, Moncho Otero lo grabó para el disco "La Palabra Más Tuya. Cantando a: Agustin Garcia Calvo, Luis García Montero, Agustín Millares, Pedro Lezcano" (sexto corte)