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6 de mayo de 2020

Puntos Suspensivos & Que no llevan a Roma. Joaquin Sabina Versiones de Pedro Guerra y mas


Puntos Suspensivos
Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

 Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

  Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

  Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos

Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001


En 2001 Joaquín Sabina publicó este libro de poemas, en un momento de crisis de su vida, había sufrido un ictus y un miedo escénico le impedía volver a los escenarios. La escritura debió resultar terapéutica pues luego ha seguido llevando las riendas de su vida como ha podido (al igual que hacemos todos)
En el año 2016, se publica un disco en el que  Pedro Guerra puso música a catorce poemas de este libro, y lo grabó con una serie de amigos, Un disco muy recomendable, muy variado, pues escuchamos las historias del “Sabina” con otras voces diferentes a las que estamos acostumbrados (treinta en total), y desde mi punto de vista eso siempre rejuvenece la vida
Pedro Guerra, además de componer todas las músicas, toca todos los instrumentos del disco. Las mariposas también son suyas.
En esta canción, que es la sexta del disco cantan, junto a Pedro Guerra Julieta Venegas y Pablo Milanés


Ayer un amigo me comentaba que el relato de “Otoño” de Manuel Vicent, interpretado por Amancio Prada, le recordaba un poco a un “rap”
Por eso como versiones no hay, os dejo con el siguiente tema del disco (el séptimo corte), un curioso soneto compuesto sólo por nombres de lugares, titulado “Que no llevan a Roma”

Que no llevan a Roma
La Habana, Londres, Fez, Venecia, Lorca,
Nápoles, buenos Aires, Sinaloa,
Guanajuato, Madrid, Gijón, Menorca,
Ronda, Donosti, Marrakesh, Lisboa,

Cádiz, Granada, Córdoba, Sevilla,
Úbeda, Vigo, Tánger, Zaragoza,
Cartagena, Vetusta, Melipilla,
Montevideo, Cáceres, Mendoza,

Macondo, Esparta, Nínive, Comala,
Praga, Valparaíso, Guatemala,
Samarcanda, Bagdag, Lima, Sodoma,

Liverpool, Tenerife, Petersburgo,
Nueva Orleáns, Atenas, Edimburgo,
cien caminos que no llevan a Roma.

Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001

Os dejo con la versión cantada por Pedro Guerra, Dani Martin, Dolo y Nach, este último recita luego un rap que es un contrapunto muy adecuado a la canción


Por si os habéis perdido con el Rap (yo reconozco que me pilla mayor; intenté completar la colección de “1001 discos que hay que escuchar antes de morir”, pero con los de rap de las últimas dos décadas reconozco que no he podido, falta de conocimiento de inglés por decir algo).
Pues como digo por si habéis perdido el texto rapeado, os dejo con él
Cien caminos que no llevan a Roma.

Da igual a donde llegues
Lo que importa es el camino, dicen
No es de dónde vienes
Más bien a dónde te diriges,
Y aunque tú nunca eliges las dificultades
Berlín, Pekín, hay un sinfín de posibilidades.
Hoy mis mares brillan cristalinos,
Mis cien caminos,
Mis cien vidas escritas en un pergamino.
Recorrí los barrios neoyorquinos y no hubo mañana
Respiré una paz temprana allá en La Habana.
Y cada loco con su tema, sus problemas, su existencia
Mi mente cruzando puentes en Venecia
Haciendo peripecias y el bien
Cogiendo otro tren.
Roma es sólo una historia, pero hay 100
Y hay quien
aun es rehén de sus cadenas,
Yo fui un mecenas en Atenas,
Con la arena de Cali enterré mis penas.
Allá entendí que, si hay un Dios, ese Dios es el Tiempo,
Y que él y yo no somos dos, somos un mismo cuerpo,
Mismo centro de gravedad, la misma espina,
Lima o Bagdad, misma verdad, miles de esquinas.
Esperanzas clandestinas y rarezas tan comunes
de piezas que se unen cada lunes bajo nubes.
Y así, caminante, se hace camino al andar,
Y aquí cualquier lugar es bueno para acampar
París, Caracas, nunca importa tanto
Lo que importa es tú seguir andando…

Cien caminos que no llevan a Roma.


Buen miércoles

5 de mayo de 2020

Semaforo. Manuel Vicent 1986. Amancio Prada



Semáforo (la chica del Semáforo)
“Esa chica de azul que espera ahí enfrente en el semáforo, ¿quién será ?, ¿de dónde vendrá ?, ¿adónde irá con el bolso en bandolera? Parece vulgar. No sé nada de ella, aunque en otras circunstancias pudo haber sido quizá la mujer de mi vida. Por la calle, entre los dos, pasa un furgón de policía y el aire de la ciudad se rasga con sirenas de ambulancia. La chica será secretaria, enfermera, ama de casa, camarera o profesora. En el bolso llevará un lápiz de labios, un peine, pañuelos de papel, un bono de autobús, polvos para la nariz y una agenda con el teléfono de unos primos del pueblo, del algún amigo, de algún amante. ¿Cuántos amores frustrados habrá tenido? Los anuncios de bebidas se licuan en la chapa de los automóviles. Hay un rumor de motores. La alcantarilla huele a flores negras. La joven me, ve desde la otra acera y probable mente también estará pensando algo de mí. Creerá que soy agente de seguros, un tipo calvo, muy maduro, con esposa y tantos hijos o que tengo un negocio de peletería, un llavero en el bolsillo, un ignora do carné de identidad, una úlcera de estómago y 2.500 pesetas en la cartera. Se oyen violentos chirridos de caucho, la tarde ya ha prendido las cornisas. El semáforo aún está en rojo. Si esa mujer y yo nos hubiéramos conocido en cierta ocasión tal vez nos habríamos besado, ama do, casado, odiado, gritado, reconciliado e incluso separado. Lleva un abrigo azul. Parece un poco frágil y vulgar. No sé nada de ella. Desde el otro bordillo la chica también me observa. ¿Qué estará imaginando? Que -soy un sujeto anodino, operado de apendicitis, con muchas letras de cambio firmadas para comprar un vídeo. Sin embargo, pude haber sido el hombre de su vida. Pude haberla lleva do a la sierra con una tortilla o a Benidorm con grandes toallas y un patito de goma. Finalmente huye el último coche y el semáforo se abre. Por el paso de peatones la chica avanza hacia mí y yo voy hacia ella. Los dos, al cruzarnos, sorbemos sesgadamente nuestro rostro anodino con una mirada y al llegar cada uno a la acera contraria ya para siempre nos hemos olvidado. En la ciudad se oyen sirenas de ambulancia».
Manuel Vicent. Columna Diario El País 1986


Podríamos preguntarnos, recordando a Bécquer ¿qué es poesía?, pero a menos que el amor nos muestre el rostro amado, es difícil que podamos responder
Ayer por la mañana tomando café (a los dos metros normativos, que quede claro que cumplimos normas que sino igual nos multan) me preguntaban dos compañeros que de donde sacaba los poemas con los que os doy la lata todos los días, simplemente de los discos que se empeñan en asomarse a mis oídos. Hoy ha saltado este disco de Amancio Prada, “Navegando la noche” de 1988, en el que Amancio Prada y Manuel Vicent dieron luz a un trabajo de un año intentando poetizar las columnas cotidianas de Manuel Vicent en el diario “El País” Un disco con nueve canciones, muy recomendables de escuchar. Se presentó en el Paraninfo de la Universidad de Málaga, en el ciclo “El poeta y la voz” subiendo ambos al escenario y combinando el relato y la canción
Obviamente no hay versiones (es lo que tienen las experiencias irrepetibles como una buena comida casera) pero os dejo con otro tema del disco la sexta canción titulada “Otoño” y dedicada a los amigos y familia del Hemisferio Sur, donde el Otoño avanza


Y esta es la letra, esta  vez la versión cantada
La última luz de septiembre
prende las lágrimas de los ciervos
antes de que la veda se levante.
Los cazadores limpian las escopetas
y en la ciudad los amantes
preparan su amor para la niebla.
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida, pronto cambiará el tiempo…
Pronto vendrá con la lluvia el ave fría buscando charcas templadas en el sur como lanzas en el cielo, y en los jardines el humo de páginas amarillas.
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida,
pronto cambiará el tiempo…
Teje su alfombra la muerte con hombres y animales, sin ninguna compasión.
Pero alguna cierva indemne quedará
lejos oculta en un matorral, temblando…
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida,
pronto cambiará el tiempo…
Nuevas hornadas de amantes salvan
sus caricias cuando la metralla
rubrica los cristales; y a mí,
que nada espero de la vida
septiembre iluminó un as de trébol
y esta canción.

Buen día y ahora que se puede comenzar a pasear podemos mirar que nos depara cada semáforo

4 de mayo de 2020

Tú en el alto balcón de tu silencio, Josefina de la Torre. Versiones de Juan Valderrama y mas




Tú en el alto balcón de tu silencio
 
Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
–como un pájaro ciego–, por los años.
Josefina de la Torre. Versos y Estampas 1927
 



Josefina de la Torre es una de las grandes figuras de la Generación de 1927 junto a la vitoriana Ernestina de Champourcin, son las dos únicas mujeres recogidas por Gerardo Diego en la Antología de la Poesía Española Contemporánea de 1934
Nacida en 1907, en Gran Canaria de familia de artistas, se traslada a Madrid en 1927 con su hermano, y publica su primer libro (Versos y Estampas) con prólogo de Pedro Salinas
Es una de las “Sinsombrero” a las que la Guerra cambió la vida En el caso de Josefina de la Torre se traslado a Las Palmas donde escribió novelas de aventuras con seudónimo, y luego volvió a Madrid donde encaminó sus pasos al Teatro en escenarios y radio, Actriz de cine y televisión (su última aparición fue en la serie “Anillos de Oro” en 1983). Retoma la poesía muchos años después. Tras su primer libro citado, publica "Poemas desde la Isla" en 1930 y el siguiente “Marzo Incompleto” no ve la luz hasta 1968, publicando el cuarto y último “Medida del Tiempo” en 1989
A pesar del olvido, su figura va resurgiendo y la prueba es este poema y las tres versiones grabadas que os traigo. La primera en forma de bolero, con música de Luis Pastor y cantada magistralmente por Juan Valderrama, que la incluye en su último disco “Mujeres de Carne y Verso” 2019, séptimo corte)
 


En el libreto que acompaña al disco Juan Valderrama escribe: “En nuestro país eso de que un artista haga varias cosas bien es un defecto intolerable y Josefina lo tenía. Era poeta y como actriz estaba entre las mejores de su tiempo, tocaba el piano el violín, la guitarra y era una excelente soprano. Dobló a Marlene Dietrich en el cine, cantó zarzuela, fue musa de Buñuel al que conoció en la Residencia de Estudiantes, Lo dicho intolerable”
La segunda versión que os propongo es de finales de 2019, y está realizado por el grupo Prado Negro, proyecto que, según definen, nace de la unión entre poesía y música en manos de Soleá Morente, Jaime Beltrán, José Bonaparte, Rocío Morales y Mario Fernández (Mafo). Un proyecto que reivindica la literatura como principal fuente de inspiración, siendo su primer disco “las mimbres” claro ejemplo (es el cuarto tema de los siete grabados) El poema está levemente adaptado


La tercera versión es también flamenca, En el 2017 Juan Carmona (hijo de Juan Habichuela) desarrolla un proyecto de poner música a los poetas de la Generación del 27 con el título “27 flamenco”, Un disco muy recomendable, once grandes poemas de ellos y ellas (Maruja Mallo, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin y Josefina de la Torre),
La voz la ponen unas chicas de Alicante (“Las Bautista”), las hermanas Tere y Angela, cuya versión suena así


Si queréis leer más de esta mujer es interesante el artículo de Marina Patrón Sánchez en la revista Temblor en dos artículos Versatilidad artística y Una moderna de Cine

Ultima curiosidad ahora que estamos en el año de Galdós el primer poema que publicó Josefina, fue con motivo de la muerte de Benito Pérez Galdós, el 4 de enero de 1920 , en La Jornada (Diario liberal de Canarias):

Yo noté al levantarme
que el día era sombrío;
sentí una gran tristeza
dentro del pecho mío.
Presentí, entonces, algo,
Y mi hermana me dijo:
—¿Sabes, hermana, sabes?
Se ha muerto don Benito.
¡Don Benito! Aquel viejo
que estaba cieguito,
aquel que me gustaba
porque me daba el cariño.
—Hermana, hermana, hermana,
¿ha muerto don Benito?
Todos, todos, lloraban,
todos, todos, los míos.
Y hasta mi pluma ahora
al escribir, sin ruido,
es como si callara:
¡Ya murió don Benito!

Buen día y buena semana