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7 de mayo de 2020

Inútil escrutar tan alto cielo. Vazque Montalban De Loquillo a Bowie pasando por Yupanqui



«Inútil escrutar tan alto cielo…»
Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata
inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas.
Manuel Vázquez Montalbán. «Pero el viajero que huye», 1990


Sigo esta semana con la poesía de los poetas menos conocidos por olvido o porque tuvieron otra faceta más reconocida. Manuel Vázquez Montalbán era polifacético, encumbrado al final de su vida por sus novelas policiacas y su memorable Pepe Carvaho y ese afán que compartimos algunos de la vuelta a la simpleza o quizá al comienzo de la vida quemando los libros que hemos amado en el ritual de un fuego vespertino. Esta vertiente de Vázquez Montalbán llega a su cénit con el reconocimiento de su amigo Andrea Camillieri, que pone su nombre a su ecléctico policía siciliano (Montalbano)
Esta poesía fue grabada por Loquillo para su disco “Con elegancia” de 1998 (sexto corte), disco que incluye otro poema del que os he hablado hace mas de dos meses “Aurora en Nueva York” (De Poeta en Nueva York de Federico García Lorca). La música está compuesta como suele ser habitual por Gabriel Sopeña
Este poema me ha venido a la cabeza esta mañana mientras contemplaba en la lejanía el debate parlamentario, que falta de mirar al suelo
Como señalaba Loam hace unos meses en su Blog Arrezafe, recuerda al de Atahualpa YupanquiEl Poeta” (Te dicen poeta), grabado en 1957 para su disco “Guitarra… dímelo tú", séptimo disco del maestro, penúltimo corte de la cara B con el que os dejo


El Poeta
Tú piensas que eres distinto,
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte,
más allá de las estrellas.

De tanto mirar la luna,
ya nada sabes mirar.
Eres como un pobre ciego,
que no sabe a dónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan,
por un pedazo de pan.

Poeta de tiernas rimas:
vete a vivir a la selva,
y aprenderás muchas cosas,
del hachero y sus miserias.

Vive junto con el pueblo;
no lo mires desde afuera,
que lo primero es el hombre,
y lo segundo, poeta.
.

Esperemos que también haya cosmonautas que quieran viajar y conocer estrellas porque huyen de las ratas, o que vengan a contarnos buenas nuevas como pronosticaba David Bowie allá en 1972


Buen jueves

6 de mayo de 2020

Puntos Suspensivos & Que no llevan a Roma. Joaquin Sabina Versiones de Pedro Guerra y mas


Puntos Suspensivos
Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

 Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

  Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

  Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos

Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001


En 2001 Joaquín Sabina publicó este libro de poemas, en un momento de crisis de su vida, había sufrido un ictus y un miedo escénico le impedía volver a los escenarios. La escritura debió resultar terapéutica pues luego ha seguido llevando las riendas de su vida como ha podido (al igual que hacemos todos)
En el año 2016, se publica un disco en el que  Pedro Guerra puso música a catorce poemas de este libro, y lo grabó con una serie de amigos, Un disco muy recomendable, muy variado, pues escuchamos las historias del “Sabina” con otras voces diferentes a las que estamos acostumbrados (treinta en total), y desde mi punto de vista eso siempre rejuvenece la vida
Pedro Guerra, además de componer todas las músicas, toca todos los instrumentos del disco. Las mariposas también son suyas.
En esta canción, que es la sexta del disco cantan, junto a Pedro Guerra Julieta Venegas y Pablo Milanés


Ayer un amigo me comentaba que el relato de “Otoño” de Manuel Vicent, interpretado por Amancio Prada, le recordaba un poco a un “rap”
Por eso como versiones no hay, os dejo con el siguiente tema del disco (el séptimo corte), un curioso soneto compuesto sólo por nombres de lugares, titulado “Que no llevan a Roma”

Que no llevan a Roma
La Habana, Londres, Fez, Venecia, Lorca,
Nápoles, buenos Aires, Sinaloa,
Guanajuato, Madrid, Gijón, Menorca,
Ronda, Donosti, Marrakesh, Lisboa,

Cádiz, Granada, Córdoba, Sevilla,
Úbeda, Vigo, Tánger, Zaragoza,
Cartagena, Vetusta, Melipilla,
Montevideo, Cáceres, Mendoza,

Macondo, Esparta, Nínive, Comala,
Praga, Valparaíso, Guatemala,
Samarcanda, Bagdag, Lima, Sodoma,

Liverpool, Tenerife, Petersburgo,
Nueva Orleáns, Atenas, Edimburgo,
cien caminos que no llevan a Roma.

Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001

Os dejo con la versión cantada por Pedro Guerra, Dani Martin, Dolo y Nach, este último recita luego un rap que es un contrapunto muy adecuado a la canción


Por si os habéis perdido con el Rap (yo reconozco que me pilla mayor; intenté completar la colección de “1001 discos que hay que escuchar antes de morir”, pero con los de rap de las últimas dos décadas reconozco que no he podido, falta de conocimiento de inglés por decir algo).
Pues como digo por si habéis perdido el texto rapeado, os dejo con él
Cien caminos que no llevan a Roma.

Da igual a donde llegues
Lo que importa es el camino, dicen
No es de dónde vienes
Más bien a dónde te diriges,
Y aunque tú nunca eliges las dificultades
Berlín, Pekín, hay un sinfín de posibilidades.
Hoy mis mares brillan cristalinos,
Mis cien caminos,
Mis cien vidas escritas en un pergamino.
Recorrí los barrios neoyorquinos y no hubo mañana
Respiré una paz temprana allá en La Habana.
Y cada loco con su tema, sus problemas, su existencia
Mi mente cruzando puentes en Venecia
Haciendo peripecias y el bien
Cogiendo otro tren.
Roma es sólo una historia, pero hay 100
Y hay quien
aun es rehén de sus cadenas,
Yo fui un mecenas en Atenas,
Con la arena de Cali enterré mis penas.
Allá entendí que, si hay un Dios, ese Dios es el Tiempo,
Y que él y yo no somos dos, somos un mismo cuerpo,
Mismo centro de gravedad, la misma espina,
Lima o Bagdad, misma verdad, miles de esquinas.
Esperanzas clandestinas y rarezas tan comunes
de piezas que se unen cada lunes bajo nubes.
Y así, caminante, se hace camino al andar,
Y aquí cualquier lugar es bueno para acampar
París, Caracas, nunca importa tanto
Lo que importa es tú seguir andando…

Cien caminos que no llevan a Roma.


Buen miércoles

5 de mayo de 2020

Semaforo. Manuel Vicent 1986. Amancio Prada



Semáforo (la chica del Semáforo)
“Esa chica de azul que espera ahí enfrente en el semáforo, ¿quién será ?, ¿de dónde vendrá ?, ¿adónde irá con el bolso en bandolera? Parece vulgar. No sé nada de ella, aunque en otras circunstancias pudo haber sido quizá la mujer de mi vida. Por la calle, entre los dos, pasa un furgón de policía y el aire de la ciudad se rasga con sirenas de ambulancia. La chica será secretaria, enfermera, ama de casa, camarera o profesora. En el bolso llevará un lápiz de labios, un peine, pañuelos de papel, un bono de autobús, polvos para la nariz y una agenda con el teléfono de unos primos del pueblo, del algún amigo, de algún amante. ¿Cuántos amores frustrados habrá tenido? Los anuncios de bebidas se licuan en la chapa de los automóviles. Hay un rumor de motores. La alcantarilla huele a flores negras. La joven me, ve desde la otra acera y probable mente también estará pensando algo de mí. Creerá que soy agente de seguros, un tipo calvo, muy maduro, con esposa y tantos hijos o que tengo un negocio de peletería, un llavero en el bolsillo, un ignora do carné de identidad, una úlcera de estómago y 2.500 pesetas en la cartera. Se oyen violentos chirridos de caucho, la tarde ya ha prendido las cornisas. El semáforo aún está en rojo. Si esa mujer y yo nos hubiéramos conocido en cierta ocasión tal vez nos habríamos besado, ama do, casado, odiado, gritado, reconciliado e incluso separado. Lleva un abrigo azul. Parece un poco frágil y vulgar. No sé nada de ella. Desde el otro bordillo la chica también me observa. ¿Qué estará imaginando? Que -soy un sujeto anodino, operado de apendicitis, con muchas letras de cambio firmadas para comprar un vídeo. Sin embargo, pude haber sido el hombre de su vida. Pude haberla lleva do a la sierra con una tortilla o a Benidorm con grandes toallas y un patito de goma. Finalmente huye el último coche y el semáforo se abre. Por el paso de peatones la chica avanza hacia mí y yo voy hacia ella. Los dos, al cruzarnos, sorbemos sesgadamente nuestro rostro anodino con una mirada y al llegar cada uno a la acera contraria ya para siempre nos hemos olvidado. En la ciudad se oyen sirenas de ambulancia».
Manuel Vicent. Columna Diario El País 1986


Podríamos preguntarnos, recordando a Bécquer ¿qué es poesía?, pero a menos que el amor nos muestre el rostro amado, es difícil que podamos responder
Ayer por la mañana tomando café (a los dos metros normativos, que quede claro que cumplimos normas que sino igual nos multan) me preguntaban dos compañeros que de donde sacaba los poemas con los que os doy la lata todos los días, simplemente de los discos que se empeñan en asomarse a mis oídos. Hoy ha saltado este disco de Amancio Prada, “Navegando la noche” de 1988, en el que Amancio Prada y Manuel Vicent dieron luz a un trabajo de un año intentando poetizar las columnas cotidianas de Manuel Vicent en el diario “El País” Un disco con nueve canciones, muy recomendables de escuchar. Se presentó en el Paraninfo de la Universidad de Málaga, en el ciclo “El poeta y la voz” subiendo ambos al escenario y combinando el relato y la canción
Obviamente no hay versiones (es lo que tienen las experiencias irrepetibles como una buena comida casera) pero os dejo con otro tema del disco la sexta canción titulada “Otoño” y dedicada a los amigos y familia del Hemisferio Sur, donde el Otoño avanza


Y esta es la letra, esta  vez la versión cantada
La última luz de septiembre
prende las lágrimas de los ciervos
antes de que la veda se levante.
Los cazadores limpian las escopetas
y en la ciudad los amantes
preparan su amor para la niebla.
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida, pronto cambiará el tiempo…
Pronto vendrá con la lluvia el ave fría buscando charcas templadas en el sur como lanzas en el cielo, y en los jardines el humo de páginas amarillas.
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida,
pronto cambiará el tiempo…
Teje su alfombra la muerte con hombres y animales, sin ninguna compasión.
Pero alguna cierva indemne quedará
lejos oculta en un matorral, temblando…
Me duelen las heridas del cuerpo, mi vida,
pronto cambiará el tiempo…
Nuevas hornadas de amantes salvan
sus caricias cuando la metralla
rubrica los cristales; y a mí,
que nada espero de la vida
septiembre iluminó un as de trébol
y esta canción.

Buen día y ahora que se puede comenzar a pasear podemos mirar que nos depara cada semáforo