Tú en el alto balcón de tu silencio
Tú
en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
Esclavo
tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
En
pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
Pero
el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
–como un pájaro ciego–, por los años.
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
–como un pájaro ciego–, por los años.
Josefina
de la Torre. Versos y Estampas 1927
Josefina
de la Torre es una de las grandes figuras de la Generación de 1927 junto a la
vitoriana Ernestina de Champourcin, son las dos únicas mujeres recogidas por
Gerardo Diego en la Antología de la Poesía Española Contemporánea de 1934
Nacida
en 1907, en Gran Canaria de familia de artistas, se traslada a Madrid en 1927
con su hermano, y publica su primer libro (Versos y Estampas) con prólogo de
Pedro Salinas
Es
una de las “Sinsombrero” a las que la Guerra cambió la vida En el caso de
Josefina de la Torre se traslado a Las Palmas donde escribió novelas de
aventuras con seudónimo, y luego volvió a Madrid donde encaminó sus pasos al
Teatro en escenarios y radio, Actriz de cine y televisión (su última aparición
fue en la serie “Anillos de Oro” en 1983). Retoma la poesía muchos años después. Tras su
primer libro citado, publica "Poemas desde la Isla" en 1930 y el siguiente “Marzo
Incompleto” no ve la luz hasta 1968, publicando el cuarto y último “Medida del
Tiempo” en 1989
A
pesar del olvido, su figura va resurgiendo y la prueba es este poema y las tres
versiones grabadas que os traigo. La primera en forma de bolero, con música de
Luis Pastor y cantada magistralmente por Juan Valderrama, que la incluye
en su último disco “Mujeres de Carne y Verso” 2019, séptimo corte)
En
el libreto que acompaña al disco Juan Valderrama escribe: “En nuestro país eso
de que un artista haga varias cosas bien es un defecto intolerable y Josefina
lo tenía. Era poeta y como actriz estaba entre las mejores de su tiempo, tocaba
el piano el violín, la guitarra y era una excelente soprano. Dobló a Marlene
Dietrich en el cine, cantó zarzuela, fue musa de Buñuel al que conoció en la
Residencia de Estudiantes, Lo dicho intolerable”
La
segunda versión que os propongo es de finales de 2019, y
está realizado por el grupo Prado Negro, proyecto que, según definen, nace
de la unión entre poesía y música en manos de Soleá Morente, Jaime Beltrán,
José Bonaparte, Rocío Morales y Mario Fernández (Mafo). Un proyecto que
reivindica la literatura como principal fuente de inspiración, siendo su primer
disco “las mimbres” claro ejemplo (es el cuarto tema de los siete grabados) El
poema está levemente adaptado
La
tercera versión es también flamenca, En el 2017 Juan Carmona (hijo de Juan
Habichuela) desarrolla un proyecto de poner música a los poetas de la Generación
del 27 con el título “27 flamenco”, Un disco muy recomendable, once grandes
poemas de ellos y ellas (Maruja Mallo, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin
y Josefina de la Torre),
La
voz la ponen unas chicas de Alicante (“Las Bautista”), las hermanas Tere y Angela,
cuya versión suena así
Si
queréis leer más de esta mujer es interesante el artículo de Marina Patrón
Sánchez en la revista Temblor en dos artículos Versatilidad artística y Una moderna de Cine
Ultima curiosidad ahora que estamos en el año de Galdós el primer poema que
publicó Josefina, fue con motivo de la muerte de Benito Pérez Galdós, el 4 de
enero de 1920 , en La Jornada (Diario liberal de Canarias):
Yo
noté al levantarme
que
el día era sombrío;
sentí
una gran tristeza
dentro
del pecho mío.
Presentí,
entonces, algo,
Y
mi hermana me dijo:
—¿Sabes,
hermana, sabes?
Se
ha muerto don Benito.
¡Don
Benito! Aquel viejo
que
estaba cieguito,
aquel
que me gustaba
porque
me daba el cariño.
—Hermana,
hermana, hermana,
¿ha
muerto don Benito?
Todos,
todos, lloraban,
todos,
todos, los míos.
Y
hasta mi pluma ahora
al
escribir, sin ruido,
es
como si callara:
¡Ya
murió don Benito!
Buen
día y buena semana
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