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21 de noviembre de 2024

Vine nada mas a decirte que te quiero. El recado de Elena Poniatowska. Es Elena Poniatowska y Fallamos como especie Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe


Vine nada mas a decirte que te quiero

Vine, Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño  de tu casa,recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribírtelo porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no la entiendas, en los espacios blancos, en los huecos  , pon: “Te quiero”..

Elena Poniatowska. El recado (extracto) . Obras Reunidas (2005)

https://youtu.be/XeeVldarlaE



Rosario Sansores Pren era considerada una gran “poetisa”, representante icónica del verso adornado y la educación sentimental. Y la descripción, lejos de hacerla sentir menos por ese sufijo diminutivo, le hubiera encantado, ya que ella siempre fue consciente de que el reino de “lo femenino”, los floripondios y los hueledenoches constituían su dominio. Como ella misma declaró alguna vez:

  "  Sí, sí, las gentes dicen que soy cursi. Imagínate si no voy a saberlo. Pero no me preocupa… Por lo contrario, me halaga. Las gentes que saben que soy cursi demuestran que me han leído, y eso es lo único que importa."

Las jóvenes que querían aprender el oficio de reporteras de sociales buscaban su aprobación e incluso terminaban imitándola, si no en los sombreros, sí en los manierismos literarios y en las descripciones abigarradas. Le ocurrió a su joven colaboradora en el periódico, Elena Poniatowska cuando, en una entrevista publicada la describe y no puede evitar la exageración:

    "Va por la vida vestida de sinceridad, lleva un gran sombrero de amor por los demás y le brillan por todas partes joyas y moños de alegría, de esa alegría suya que va repartiendo en todas partes como si fuera confeti de felicidad."

La propia Rosario Sansores reaccionaba a frases como ésta con una voz que entremezclaba a la editora en jefe con la abuelita pudorosa: “Por amor de Dios, chiquita, no vayas a poner esto en la entrevista…”.

Aprovecho el hablar esta semana de la antigua "abuela" Rosario Sansores, para  hablar de la actual "Abuela", Elena Poniatowska, de 92 años, premio Cervantes, y gran escritora, mexicana. Su prosa está llena de poesía, y como muestra os he puesto un extracto leído por la propia autora de su relato corto, "El recado". Una delicia

Os propongo leer o escuchar el relato íntegro, son seis minutos, pero es tan hermoso, que compensa el tiempo invertido. Copio el relato en el Blog, y un audio leído por la autora al final, se puede consultar también en la web de la revista Zenda https://www.zendalibros.com/recado-cuento-elena-poniatowska/


El recado
Vine, Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño  de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Éste es tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arrancan las ramas más accesibles... En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas, veo unas flores que tienen hojas como espadas . Son azul marino, muy serias. Esas flores parecen soldados. Son muy graves, muy honestas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos... Todo tu jardín es sólido; escomo tú; tiene una reciedumbre que inspira confianza.
 

Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda  . El sol da también contra el vidrio  de tu puerta, contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado su madreselva  y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa de pasta  cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones... Pienso en ti muy despacito, muy despacito, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre, en una cadena ininterrumpida de días, que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente...
 

Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines, apresurado, decidido, como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles o Cinco de Febrero o Venustiano Carranza  ,en alguna de esas banquetas  grises y monocordes rotas sólo por el remolino  de la gente que va a tomar el camión , has de saber dentro de ti que te espero. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribírtelo porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla  llena de leche. No la distingo pero oigo que advierte irritada: “No me sacudas así la mano porque voy a tirar la leche...” Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí la imperiosa, la implacable  necesidad de relacionarlo todo con el amor...

Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que ya es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia  roban mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí... Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. A veces junto a la ventana, hacía como que estaba leyendo pero en realidad, esperaba. Te esperaba a ti. Sé que todas las mujeres aguardan. Son capaces de cualquier sacrificio, de cualquier esfuerzo mientras aguardan. Aguardan la vida futura. Todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre: una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos... Más tarde, esas horas ya vividas en la imaginación hechas horas reales tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos —¡oh mi amor!— tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos...
 

Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no la entiendas, en los espacios blancos, en los huecos  , pon: “Te quiero”... No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo... Quizás ahora que me vaya, sólo pase a pedirle a la vecina que te dé el recado; que te diga que vine...

Elena Poniatowska. El recado . Obras Reunidas (2005)

https://youtu.be/H7tCwQX5rxA


Para añadir música a esta entrada, he elegido la canción/poema, Es Elena Poniatowska, escrita por Jesusa Rodríguez, y musicada por Liliana Felipe, dos referentes culturales latinoamericanas


Es Elena Poniatowska

Hace más de cinco mil añosHubo como quince mil añosEn que no estuvisteTan presente en la tierraComo en los últimos años
Pasában como chiflonazosTantos siglos sin tus abrazosFlores machucadasPobres años sin aromasPáginas deserenadas
Muchos viejos pelafustanesQue decían ser ElenistasNo tenían ideaQue Elenita solo hay unaY pertenece a nuestra era
Princesa del jitomateEmperatríz del magueyCondesa del tepalcate
Monarca del apapacheJicaríta del chilateSoberana del toloache
Reina con corona de huleMajestad del moleBaronesa del papel
Diosa apopochaditaDueña del chapoteaderoSeñora del aguasero
Diosa apopochaditaDueña del chapoteaderoSeñora del aguasero
Sacerdotisa de la chifoscaEscritora la primeraEs ElenaEs Elena
Es Elena Poniatowska

 

 
Finalizo con otra canción de Jesusa Rodríguez, que plasma bastante bien estos tiempos en los que vivimos, "Fallamos como especie" , de su doble disco "Que 20 años no es nada" (trigésima primera pista), cantada a dúo por el matrimonio Jesusa y Liliana, me parece muy divertida, como todo el álbum

 
 

Buen jueves,mañana la canción del viernes con un poema de Rosario Sansores, que seguro conocéis

20 de noviembre de 2024

Tengo celos y En lejanas Tierras Poemas de Rosario Sansores, musicados por Constantino Mendoza y Ernesto Lecuona


Tengo celos

 Tengo celos ¿no sabes? Tengo celos         
 de todas las mujeres que has amado:         
 de las bocas en flor, donde has saciado         
 la locura de todos los anhelos.         

 En mis lúgubres noches de desvelos,      
 me atormenta el recuerdo despiadado         
 mientras mi corazón apasionado         
 quiere en vano luchar con sus recelos.         

 Cuando poso en tu faz mi boca ardiente,         
 me parece que cruzan por tu frente       
 las risueñas visiones del pasado.         

 ¡Odio entonces tus brazos vigorosos         
 y aborrezco tus ojos luminosos         
 donde tantas pupilas se han mirado!

Rosario Sansores (Crisantema) 

https://youtu.be/aN4ErlTip68

 


Rosario Sansores, llegó a La Habana en 1909, tras la muerte de su padre, una situación familiar difícil, un matrimonio temprano, y una estancia corta en Nueva York sin ´éxito. En Cuba se sintió bien y volvió a escribir, poesía y a empezar su labor periodística, Sus primeros poemas como el anterior los presenta con seudónimo,. Ligia Cámara,  Lizette Gómez y Los Juglares, realizan la anterior versión para el disco del que os hablaba ayer (sexta pista), Hay también una adaptación musical con ritmo de pasillo ecuatoriano con música de Constantino Mendoza, hay versiones de las Hermanas Mendoza Sangurima y esta de  Fresia Saavedra ("La Señora del Pasillo"), fallecida en julio de este año 2024

https://youtu.be/mA7kKkz6lY0

 


En relación con su estancia cubana, acabo con otros versos de Rosario Sansores,  "En lejanas tierras", al que el cubano Ernesto Lecuona (autor de Siboney y  nominado al Oscar a la mejor canción original en 1943 por ‘Siempre en mi corazón’ -‘Always in My Heart’-, de la película homónima) puso música a ritmo de bolero con el título de Palomita Blanca


En lejanas tierras
tengo yo un amor
blanco con la nieve
rubio como el sol.

Sus pupilas serán
lámparas de amor
y sus labios frescos
pétalos de flor

Palomita blanca
como la ilusión
no viste al amado
de mi corazón

Por aquel sendero
que conduce al mar
se marcho mi dueño
para no tornar

Rosario Sansores

https://youtu.be/PHK_y1mD1KI


 

Habéis escuchado la versión de la mexicana  Angélica Balado, de Ernesto Lecuona, solo he encontrado grabaciones instrumentales

https://youtu.be/9J_6co-oqEc

 


Buen martes


PS Si os habéis fijado, la canción de Lecuona viene con el título de Palomitas Blancas, supongo que pata diferenciar del vals de 1929 de Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta, popularizado por Carlos Gardel

https://youtu.be/NG04DT2plF0


 

18 de noviembre de 2024

Filosofía, poema de Rosario Sansores, musicado por Ligia Cámara y Enrique Manzano


Filosofía

 
¡Del pecado de amarte no estoy arrepentida!
Aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,
en tanto que risueña te doy mi despedida
mis ojos se iluminan para decirte adiós.
 
No nos debemos nada. Tú me diste tu boca
límpida como el agua fresca del manantial.
Yo apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca
y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual.
 
Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos:
si dos sendas opuestas, al azar elegimos,
¿para qué rebelarnos con violencia acritud?
 
Fuiste mío. Fui tuya. ¡Lo demás nada importa!
¡Oh, mi amante de un día, nuestra vida es tan corta
que no vale la pena de sufrir su inquietud!

Rosario Sansores. Mientras se va vida (1925)

https://youtu.be/3QFxLEBF1-E


 

De Perú os propongo subir hasta México para recordar a esta poetisa nacida en Mérida (Yucatán) en 1889 , Rosario Sansores Pren, y que vivio parte de su vida en Cuba, a donde se trasladó tras casarse con catorce años y que es recordada fundamentalmente por la relación de sus poemas con el pasillo ecuatoriano, tras el trabajo de Carlos Brito Benavides.

He elegido para comenzar la semana este poema de su primer libro, publicado aún mientras residía en Cuba. Dado la pluralidad de la vida de la vida de  Rosario he comenzado por esta versión que la pianista yucateca Ligia Cámara, grabó para el disco recopilatorio publicado en México en el 2004  "Rosario Sansores, Canciones de la Alondra" (octava pista)

Continuo con una versión de pasillo ("El pasillo ecuatoriano es un género musical que se derivó del pasillo colombiano; y que era una danza folclórica autóctona, adaptación local del vals austriaco"), que no llega al renombre de "Sombras" del que hablaremos esta semana, pero es interesante. 

https://youtu.be/3LxFgVMwADU

 


La música es de Enrique Manzano, y lo interpretaba el dueto "Voces Latinas" . Acabo con la versión de l grupo colombiano "Santa María Trío" que lo graban en su álbum, "Nuestro Mundo" del 2007, es la canción con la que comienza el álbum

https://youtu.be/tp9DdMVObTg

 


Si queréis leer mas poemas y saber algo más de esta autora, os recomiendo leer la entrada de Arsenio Escolar en "Archiletras"

https://www.archiletras.com/poemassentidos/rosario-sansores-la-poeta-a-la-que-llamaban-cursi/

 

Buen comienzo de semana

15 de noviembre de 2024

Canción del Viernes por la Paz; Where Is The Love?, por The Black Eyed Peas y mas versiones


De nuevo viernes, y como no estoy dispuesto a recordar solo himnos de mi juventud o anteriores, hoy he pensado poner este gran himno por la Paz, que grabaron Black Eyed Peas, en el 2003, en su álbum Elephunk . Hace mas de veinte años, y que por desgracia sigue de actualidad. Seguro que lo conocéis, los mayores de cuarenta necesitaremos prestar atención y escuchar (o leer) la letra de la canción

https://youtu.be/FSoJLSVBo70

 


De las veintitantas versiones existentes, me he quedado con esta instrumental de su compatriota  Josh Vietti, de su álbum del 2012 Best of Both Worlds. Un gran violinista, como podréis comprobar

https://youtu.be/N5C11berHG8



En el 2016, Black Eyed Peas grabaron  la canción por tercera vez ( En el 2010 lo habían grabado junto a U2)   junto a  Fergie, Jamie Foxx, Ty Dolla $ign, Mary J. Blige, Diddy, Cassie, Andra Day, The Game, Tori Kelly, V. Boseman, Jessie J, French Montana, Justin Timberlake, DJ Khaled, Usher, Nicole Scherzinger, A$AP Rocky, Jaden Smith, Children's Choir. Una versión menos fresca que la primera, pero interesante

https://youtu.be/YsRMoWYGLNA

 


Como además de viejo soy bastante viejuno, no puedo dejar de acordarme de otra canción con el mismo  título, realizada en 1972 por Roberta Flack y Donny Hathaway

https://youtu.be/sI7UOwOhKEs

 


En mi descargo diré que los buenos recuerdos siempre generan paz

Buen finde

14 de noviembre de 2024

Sabiduría Indígena, poema de Miguel Angel Asturias, musicado por Debora Infante. Leyenda de la Tatuana


Sabiduría indígena

Te encontraron detrás de tu sombra,
el sol del ocaso a la espalda
y por eso tu derrota.
Si el sol está en tu pecho,
pies y cabeza dorados,
no te vencen hombres,
dioses y elementos.

Ya caído miras sin ojos,
oyes sin oídos, sientes sin tacto,
hablas sin lengua,
condenado a silencio
sin más alarido que la sangre en las heridas.

¿Qué hierbas sostienen tan adentro
tu aliento de tinaja y agua dulce?

Sacas tu mañana a la ceniza
y la revuelcas entre plumas
de pájaros helados que gorjean
esperando que rías. No la mueca. La risa.
La, ¡ay!, perdida risa de tus dientes bellos.

El sol volverá a tu garganta,
a tu frente, a tu pecho,
antes que anochezca definitivamente
sobre tu raza, sobre tus pueblos,
y qué humanos serán el grito, el salto,
el sueño, el amor y la comida.

Estás hoy tú y mañana
otro igual a ti seguirá en la espera.
No hay prisa ni exigencia.
Los hombres no se acaban

Aquí había un valle, ahora se alza un monte.
Allá había un cerro, ahora hay un barranco.
El mar petrificado se convirtió en montaña
y se cristalizaron relámpagos en lagos.

Sobrevivir a todos los cambios es tu sino.
No hay prisa ni exigencia. Los hombres no se acaban.

Miguel Ángel Asturias. Obras Completas

https://youtu.be/KlEs5LntPiU

 


En el disco de Debora Infante, que comentaba el lunes pasado , me he encontrado este poema musicado de Miguel Ángel Asturias, un  escritor guatemalteco, con una prosa poética fascinante, que me atrapó cuando lo comencé a leer con poco mas de quince años. De sus libros Sr. Presidente, Hombres de Maíz, me quedaría con su primogénito Leyendas de Guatemala, claro antecedente de Gabriel García Márquz, el descubrir las palabras llena de belleza mientras se lee. He escogido una de sus Leyendas, he adjuntado el texto aunque es largo y lo podéis leer sino en la web de la Biblioteca Digital Ciudad Seva https://ciudadseva.com/texto/leyenda-de-la-tatuana/ Os dejo también el texto narrado

 
Leyenda de la Tatuana

Ronda por Casa-Mata la Tatuaba…

El Maestro Almendro tiene la barba rosada, fue uno de los sacerdotes que los hombres blancos tocaron creyéndoles de oro, tanta riqueza vestían, y sabe el secreto de las plantas que lo curan todo, el vocabulario de la obsidiana —piedra que habla—y leer los jeroglíficos de las constelaciones.

Es el árbol que amaneció un día en el bosque donde está plantado, sin que ninguno lo sembrara, como si lo hubieran llevado los fantasmas. El árbol que anda … El árbol que cuenta los años de cuatrocientos días por las lunas que ha visto, que ha visto muchas lunas, como todos los árboles, y que vino ya viejo del Lugar de la Abundancia.

Al llenar la luna del Búho-Pescador (nombre de uno de los veinte meses del año de cuatrocientos días), el Maestro Almendro repartió el alma entre los caminos. Cuatro eran los caminos y se marcharon por opuestas direcciones hacia las cuatro extremidades del cielo. La negra extremidad: Noche sortílega. La verde extremidad: Tormenta primaveral. La roja extremidad: Guacamayo o éxtasis de trópico. La blanca extremidad: Promesa de tierras nuevas. Cuatro eran los caminos.

—Caminín! ¡Caminito!… —dijo al Camino Blanco una paloma blanca, pero el Caminito Blanco no la oyó. Quería que le dieran el alma del Maestro, que cura de sueños. Las palomas y los niños padecen de ese mal.

—Caminín! ¡Caminito! … —dijo al Camino Rojo un corazón rojo; pero el Camino Rojo no lo oyó. Quería distraerlo para que olvidara el alma del Maestro. Los corazones, como los ladrones, no devuelven las cosas olvidadas.

—Caminín! ¡Caminito!… —dijo al Camino Verde un emparrado verde, pero el Camino Verde no lo oyó. Quería que con el alma del Maestro le desquitase algo de su deuda de hojas y de sombra.

¿Cuántas lunas pasaron andando los caminos?

¿Cuántas lunas pasaron andando los caminos?

El más veloz, el Camino Negro, el camino al que ninguno hablo en el camino, se detuvo en la ciudad, atravesó la plaza y en el barrio de los mercaderes, por un ratito de descanso, dio el alma del Maestro al mercader de joyas sin precio.

Era la hora de los gatos blancos. Iban de un lado a otro. ¡Admiración de los rosales! Las nubes parecían ropas en los tendederos del cielo.

Al saber el Maestro lo que el Camino Negro había hecho, tomó naturaleza humana nuevamente, desnudándose de la forma vegetal de un riachuelo que nacía bajo la luna ruboroso como una flor de almendro, y encaminóse a la ciudad.

Llegó al valle después de una jornada, en el primer dibujo de la tarde, a la hora en que volvían los rebaños, conversando a los pastores, que contestaban monosilábicamente a sus preguntas, extrañados, como ante una aparición, de su túnica verde y su barba rosada.

En la ciudad se dirigió a Poniente. Hombres y mujeres rodeaban las pilas públicas. El agua sonaba a besos al ir llenando los cántaros. Y guiado por las sombras, en el barrio de los mercaderes encontró la parte de su alma vendida por el Camino Negro al Mercader de Joyas sin precio. La guardaba en el fondo de una caja de cristal con cerradores de oro.

Sin perder tiempo se acerco al Mercader, que en un rincón fumaba, a ofrecerle por ella cien arrobas de perlas.

El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Cien arrobas de perlas? ¡No, sus joyas no tenían precio!

El Maestro aumentó la oferta. Los mercaderes se niegan hasta llenar su tanto. Le daría esmeraldas, grandes como maíces, de cien en cien almudes, hasta formar un lago de esmeraldas.

El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Un lago de esmeraldas? ¡No, sus joyas no tenían precio!

Le daría amuletos, ojos de namik para llamar el agua, plumas contra la tempestad, marihuana para su tabaco…

El Mercader se negó.

¡Le daría piedras preciosas para construir, a medio lago de esmeraldas, un palacio de cuento!

El Mercader se negó. Sus joyas no tenían precio, y, además ¿a que seguir hablando?, ese pedacito de alma lo quería para cambiarlo, en un mercado de esclavas, por la esclava más bella.

Y todo fue inútil, inútil que el Maestro ofreciera y dijera, tanto como lo dijo, su deseo de recobrar el alma. Los mercaderes no tienen corazón.

Una hebra de humo de tabaco separaba la realidad del sueño, los gatos negros de los gatos blancos y al Mercader del extraño comprador, que al salir sacudió sus sandalias en el quicio de la puerta. El polvo tiene maldición.

Después de un año de cuatrocientos días —sigue la leyenda—cruzaba los caminos de la cordillera el Mercader. Volvía de países lejanos, acompañado de la esclava comprada con el alma del Maestro, del pájaro flor, cuyo pico trocaba en jacintos las gotitas de miel, y de un séquito de treinta servidores montados.

—No sabes —decía el Mercader a la esclava, arrendando su caballería—cómo vas a vivir en la ciudad! ¡Tu casa será un palacio y a tus órdenes estarán todos mis criados, yo el último, si así lo mandas tú!

—Allá —continuaba con la cara a mitad bañada por el Sol—todo será tuyo. ¡Eres una joya, y yo soy el Mercader de joyas sin precio! ¡Vales un pedacito de alma que no cambié por un lago de esmeraldas! … En una hamaca juntos veremos caer el sol y levantarse el día, sin hacer nada, oyendo los cuentos de una vieja mañosa que sabe mi destino. Mi destino, dice, está en los dedos de una mano gigante, y sabrá el tuyo, si así lo pides tú.

La esclava se volvía al paisaje de colores diluidos en azules que la distancia iba diluyendo a la vez. Los árboles tejían a los lados del camino una caprichosa decoración de güipil. Las aves daban la impresión de volar dormidas, sin alas, en la tranquilidad del cielo, y en el silencio de granito, el jadeo de las bestias, cuesta arriba, cobraba acento humano.

La esclava iba desnuda. Sobre sus senos, hasta sus piernas, rodaba su cabellera negra envuelta en un solo manojo, como una serpiente. El Mercader iba vestido de oro, abrigadas las espaldas con una Manta de lana de chivo. Palúdico y enamorado, al frío de su enfermedad se unía el temblor de su corazón. Y los treinta servidores montados llegaban a la retina como las figuras de un sueño.

Repentinamente, aislados goterones rociaron el camino percibiéndose muy lejos, en los abajaderos, el grito de los pastores que recogían los ganados, temerosos de la tempestad. Las cabalgaduras apuraron el paso para ganar un refugio, pero no tuvieron tiempo: tras los goterones, el viento azotó las nubes, violentando selvas hasta llegar al valle, que a la carrera se echaba encima las mantas mojadas de la bruma, y los primeros relámpagos iluminaron el paisaje, como los fogonazos de un fotógrafo loco que tomase instantáneas de tormenta.

Entre las caballerías que huían como asombros, rotas las riendas, ágiles las piernas, grifa la crin al viento y las orejas vueltas hacia atrás, un tropezón del caballo hizo rodar al Mercader al pie de un árbol, que, fulminado por el rayo en ese instante, le tomó con las raíces como una mano que recoge una piedra, y le arrojó al abismo.

En tanto, el Maestro Almendro, que se había quedado en la ciudad perdido, deambulaba como loco por las calles, asustando a los niños, recogiendo basuras y dirigiéndose de palabra a los asnos, a los bueyes y a los perros sin dueño, que para e1 formaban con el hombre la colección de bestias de mirada triste.

—Cuántas lunas pasaron andando los caminos? … —preguntaba de puerta en puerta a las gentes, que cerraban sin responderle, extrañadas, como ante una aparición, de su túnica verde y su barba rosada.

Y pasado mucho tiempo, interrogando a todos, se detuvo a la puerta del Mercader de Joyas sin precio a preguntar a la esclava, única sobreviviente de aquella tempestad: —Cuántas lunas pasaron andando los caminos?…

El sol, que iba sacando la cabeza de la camisa blanca del día, borraba en la puerta, claveteada de oro y plata, la espalda del Maestro y la cara morena de la que era un pedacito de su alma, joya que no compró con un lago de esmeraldas. —Cuántas lunas pasaron andando los caminos?…

Entre los labios de la esclava se acurrucó la respuesta y endureció como sus dientes. El Maestro callaba con insistencia de piedra misteriosa. Llenaba la luna del Búho Pescador. En silencio se lavaron la cara con los ojos, al mismo tiempo, como dos amantes que han estado ausentes y se encuentran de pronto.

La escena fue turbada por ruidos insolentes. Venían a prenderles en nombre de Dios y el Rey; por brujo a él y por endemoniada a ella. Entre cruces y espadas bajaron a la cárcel, el Maestro con la barba rosada y la túnica verde, y la esclava luciendo las carnes que de tan firmes parecían de oro.

Siete meses después, se les condenó a morir quemados en la Plaza Mayor. La víspera de la ejecución, el Maestro acercóse a la esclava y con la uña le tatuó un barquito en el brazo, diciéndole:

—Por virtud de este tatuaje, Tatuana, vas a huir siempre que te halles en peligro, como vas a huir hoy. Mi voluntad es que seas libre como mi pensamiento; traza este barquito en el muro, en el suelo, en el aire, donde quieras, cierra los ojos, entra en él y vete…

¡Vete, pues mi pensamiento es más fuerte que ídolo de barro amasado con cebollón! ¡Pues mi pensamiento es más dulce que la miel de las abejas que liban la flor del suquinay!

¡Pues mi pensamiento es el que se torna invisible!

Sin perder un segundo la Tatuana hizo lo que el Maestro dijo: trazó el barquito, cerró los ojos y entrando en él —el barquito se puso en movimiento— escapó de la prisión y de la muerte.

Y a la mañana siguiente, la mañana de la ejecución, los alguaciles encontraron en la cárcel un árbol seco que tenía entre las ramas dos o tres florecitas de almendro, rosadas todavía.

Miguel Ángel Asturias
Leyendas de Guatemala, (1930)

https://youtu.be/FSkSDZWqhG4


 

Buen jueves

13 de noviembre de 2024

América Latina, poema de Nicomédes Santa Cruz, cantado por él mismo, César Isella y Los Negros del Miércoles


América Latina
                              12 de julio de 1963
                              Feria de Santa Ana (Bahía – Brasil)

Mi cuate
    Mi socio
        Mi hermano

Aparcero
    Camarado
        Compañero

Mi pata
    M’´hijito
        Paisano...

He aquí mis vecinos.
He aquí mis hermanos.

Las mismas caras latinoamericanas
de cualquier punto de América Latina:

Indoblanquinegros
Blanquinegrindios
Y negrindoblancos

Rubias bembonas
Indios barbudos
Y negros lacios

Todos se quejan:
—¡Ah, si en mi país
no hubiese tanta política...!
—¡Ah, si en mi país
no hubiera gente paleolítica...!
—¡Ah, si en mi país
no hubiese militarismo,
ni oligarquía
ni chauvinismo
ni burocracia
ni hipocresía
ni clerecía
ni antropofagia...
—¡Ah, si en mi país...!

Alguien pregunta de dónde soy
(Yo no respondo lo siguiente):

Nací cerca del Cuzco
admiro a Puebla
me inspira el ron de las Antillas
canto con voz argentina
creo en Santa Rosa de Lima
y en los orishás de Bahía.

Yo no coloreé mi Continente
ni pinté verde a Brasil
amarillo Perú
roja Bolivia.

Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano.

Poso la frente sobre Río Grande
me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos
hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico
y sumerjo mi diestra en el Atlántico.

Por las costas de oriente y occidente
doscientas millas entro a cada Océano
sumerjo mano y mano
y así me aferro a nuestro Continente
en un abrazo Latinoamericano.

Nicomedes Santa Cruz: Cumanana (1964)

https://youtu.be/rM3_zepFmIY


 

Continúo con otro poema de Nicomédes que se grabó en el mismo disco de 1964, Cumanana, reeditado en 1970 y en el 2000. El cantante y folklorista argentino César Isella, lo grabó en 1971, junto con el "Quinteto Tiempo", en su disco ·Hombre en el Tiempo (era el tema con el que comenzaba la cara A), grabándolo de nuevo posteriormente en 1986 ("Abrazo latinoamericano; 30 años de sonidos y silencio")

https://youtu.be/LoGn0yny1a4


 

En el 2011, el grupo argentino de música afro-peruana, Los negros del Miércoles, grabaron esta versión con la que finalizo

https://youtu.be/oWTVCmdhwl8 


 

Buen miércoles