Una puerta abierta a la música, la poesía, las versiones y a la sonrisa, con muchas pinceladas de cine y bandas sonoras. En recuerdo y homenaje al antiguo microprograma "Fonocopias" de Radio Nacional de España Radio 5
Cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras, cuando tú te hayas ido con mi dolor a solas evocaré este idilio con sus azules horas, cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras.
Y en la penumbra vaga de la pequeña alcoba, donde una tibia tarde me acariciaste toda, te buscarán mis manos, te buscará mi boca y aspiraré en el aire como un olor de rosas, cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras.
Este poema es el mas conocido de Rosario Sansores, comienzo por una versión musicada del poema, grabada por Ligia Cámara en el disco que hemos oído esta semana ·Csnciones de la Alondra (décimo octava pista).
El ecuatoriano Carlos Brito Benavides conoció el libro en 1936, tras la muerte de su madre, y compuso la canción Sombras a ritmo de pasillo ecuatoriano siendo la pieza musical ecuatoriana más difundida internacionalmente y tiene como temática un amor intenso que es recordado desde la soledad. Hay muchas canciones, los primeros registros que he escuchado son ya de la década de los sesenta, comienzo con una versión de Lucho Gatica de 1964 en la televisión, es un placer oirle y es curioso ver la movilidad de las chicas que le acompañas. Lucho Gatica la grabó por primera vez en 1962 en su disco "recuerdo del amor"
Ese mismo año, gtaban una versión de este pasillo, Olga Guillot y José Feliciano. He elegido la versión que grábó en 1975, el alicantino Jaime Morey (cara B del single El Rey), me trae recuerdos
Julio Iglesias la incluyo en su LP América de 1976, En ese mismo año, la graba por primera vez María Dolores Pradera, junto a Los Gemelos, en su disco "Señora Hemrosura"
La gran Chavela Vargas, la ha grabado en varias ocasiones, la primera en 1966 en su disco Hacia la vida, he elgido este directo de 1993, porque Chavela era mucha Chavela
En 1996, Raphael la incluye en su álbum Desde el fondo de mi alma, pero por seguir con las décadas, he seleccionado la versión de la venezolana Soledad Bravo del 2001 con la que comienza su álbum Paloma Negra
En el año 2009, se realizan tres buenas grabaciones, de las que me es imposible seleccionar una sobre otra, la primera la de Luz Casal, de su disco La Pasión
La anterior seria mi versión favorita, sino fuera porque ese mismo año Pedro Guerra, grabó esta version, una muy difícil elección, me encanta Pedro y estos discos suyos de versiones, solo con su guitarra y su voz, lo inunda todo
Vine, Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa,recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya
casi no puedo escribírtelo porque ya se fue el sol y no sé bien a bien
lo que te pongo. Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja
rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no la entiendas, en los
espacios blancos, en los huecos , pon: “Te quiero”..
Elena Poniatowska. El recado (extracto) . Obras Reunidas (2005)
Rosario Sansores Pren era considerada una gran “poetisa”, representante icónica del verso adornado y la educación sentimental. Y la descripción, lejos de hacerla sentir menos por ese sufijo diminutivo, le hubiera encantado, ya que ella siempre fue consciente de que el reino de “lo femenino”, los floripondios y los hueledenoches constituían su dominio. Como ella misma declaró alguna vez:
" Sí, sí, las gentes dicen que soy cursi. Imagínate si no voy a saberlo. Pero no me preocupa… Por lo contrario, me halaga. Las gentes que saben que soy cursi demuestran que me han leído, y eso es lo único que importa."
Las jóvenes que querían aprender el oficio de reporteras de sociales buscaban su aprobación e incluso terminaban imitándola, si no en los sombreros, sí en los manierismos literarios y en las descripciones abigarradas. Le ocurrió a su joven colaboradora en el periódico, Elena Poniatowska cuando, en una entrevista publicada la describe y no puede evitar la exageración:
"Va por la vida vestida de sinceridad, lleva un gran sombrero de amor por los demás y le brillan por todas partes joyas y moños de alegría, de esa alegría suya que va repartiendo en todas partes como si fuera confeti de felicidad."
La propia Rosario Sansores reaccionaba a frases como ésta con una voz que entremezclaba a la editora en jefe con la abuelita pudorosa: “Por amor de Dios, chiquita, no vayas a poner esto en la entrevista…”.
Aprovecho el hablar esta semana de la antigua "abuela" Rosario Sansores, para hablar de la actual "Abuela", Elena Poniatowska, de 92 años, premio Cervantes, y gran escritora, mexicana. Su prosa está llena de poesía, y como muestra os he puesto un extracto leído por la propia autora de su relato corto, "El recado". Una delicia
Os propongo leer o escuchar el relato íntegro, son seis minutos, pero es tan hermoso, que compensa el tiempo invertido. Copio el relato en el Blog, y un audio leído por la autora al final, se puede consultar también en la web de la revista Zenda https://www.zendalibros.com/recado-cuento-elena-poniatowska/
El recado Vine, Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Éste es tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arrancan las ramas más accesibles... En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas, veo unas flores que tienen hojas como espadas . Son azul marino, muy serias. Esas flores parecen soldados. Son muy graves, muy honestas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos... Todo tu jardín es sólido; escomo tú; tiene una reciedumbre que inspira confianza.
Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda . El sol da también contra el vidrio de tu puerta, contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado su madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa de pasta cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones... Pienso en ti muy despacito, muy despacito, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre, en una cadena ininterrumpida de días, que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente...
Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines, apresurado, decidido, como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles o Cinco de Febrero o Venustiano Carranza ,en alguna de esas banquetas grises y monocordes rotas sólo por el remolino de la gente que va a tomar el camión , has de saber dentro de ti que te espero. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribírtelo porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla llena de leche. No la distingo pero oigo que advierte irritada: “No me sacudas así la mano porque voy a tirar la leche...” Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo con el amor...
Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que ya es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia roban mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí... Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. A veces junto a la ventana, hacía como que estaba leyendo pero en realidad, esperaba. Te esperaba a ti. Sé que todas las mujeres aguardan. Son capaces de cualquier sacrificio, de cualquier esfuerzo mientras aguardan. Aguardan la vida futura. Todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre: una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos... Más tarde, esas horas ya vividas en la imaginación hechas horas reales tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos —¡oh mi amor!— tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos...
Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no la entiendas, en los espacios blancos, en los huecos , pon: “Te quiero”... No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo... Quizás ahora que me vaya, sólo pase a pedirle a la vecina que te dé el recado; que te diga que vine...
Elena Poniatowska. El recado . Obras Reunidas (2005)
Para añadir música a esta entrada, he elegido la canción/poema, Es Elena Poniatowska, escrita por Jesusa Rodríguez, y musicada por Liliana Felipe, dos referentes culturales latinoamericanas
Es Elena Poniatowska
Hace más de cinco mil años Hubo como quince mil años En que no estuviste Tan presente en la tierra Como en los últimos años
Pasában como chiflonazos Tantos siglos sin tus abrazos Flores machucadas Pobres años sin aromas Páginas deserenadas
Muchos viejos pelafustanes Que decían ser Elenistas No tenían idea Que Elenita solo hay una Y pertenece a nuestra era
Princesa del jitomate Emperatríz del maguey Condesa del tepalcate
Monarca del apapache Jicaríta del chilate Soberana del toloache
Reina con corona de hule Majestad del mole Baronesa del papel
Diosa apopochadita Dueña del chapoteadero Señora del aguasero
Diosa apopochadita Dueña del chapoteadero Señora del aguasero
Sacerdotisa de la chifosca Escritora la primera Es Elena Es Elena
Finalizo con otra canción de Jesusa Rodríguez, que plasma bastante bien estos tiempos en los que vivimos, "Fallamos como especie" , de su doble disco "Que 20 años no es nada" (trigésima primera pista), cantada a dúo por el matrimonio Jesusa y Liliana, me parece muy divertida, como todo el álbum
Rosario Sansores, llegó a La Habana en 1909, tras la muerte de su padre, una situación familiar difícil, un matrimonio temprano, y una estancia corta en Nueva York sin ´éxito. En Cuba se sintió bien y volvió a escribir, poesía y a empezar su labor periodística, Sus primeros poemas como el anterior los presenta con seudónimo,. Ligia Cámara, Lizette Gómez y Los Juglares, realizan la anterior versión para el disco del que os hablaba ayer (sexta pista), Hay también una adaptación musical con ritmo de pasillo ecuatoriano con música de Constantino Mendoza, hay versiones de las Hermanas Mendoza Sangurima y esta de Fresia Saavedra ("La Señora del Pasillo"), fallecida en julio de este año 2024
En relación con su estancia cubana, acabo con otros versos de Rosario Sansores, "En lejanas tierras", al que el cubano Ernesto Lecuona (autor de Siboney y nominado al Oscar a la mejor canción original en 1943 por ‘Siempre en mi corazón’ -‘Always in My Heart’-, de la película homónima) puso música a ritmo de bolero con el título de Palomita Blanca
En lejanas tierras tengo yo un amor blanco con la nieve rubio como el sol.
Sus pupilas serán lámparas de amor y sus labios frescos pétalos de flor
Palomita blanca como la ilusión no viste al amado de mi corazón
Por aquel sendero que conduce al mar se marcho mi dueño para no tornar
PS Si os habéis fijado, la canción de Lecuona viene con el título de Palomitas Blancas, supongo que pata diferenciar del vals de 1929 de Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta, popularizado por Carlos Gardel
¡Del pecado de amarte no estoy arrepentida! Aunque un oscuro abismo nos separe a los dos, en tanto que risueña te doy mi despedida mis ojos se iluminan para decirte adiós.
No nos debemos nada. Tú me diste tu boca límpida como el agua fresca del manantial. Yo apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual.
Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos: si dos sendas opuestas, al azar elegimos, ¿para qué rebelarnos con violencia acritud?
Fuiste mío. Fui tuya. ¡Lo demás nada importa! ¡Oh, mi amante de un día, nuestra vida es tan corta que no vale la pena de sufrir su inquietud!
De Perú os propongo subir hasta México para recordar a esta poetisa nacida en Mérida (Yucatán) en 1889 , Rosario Sansores Pren, y que vivio parte de su vida en Cuba, a donde se trasladó tras casarse con catorce años y que es recordada fundamentalmente por la relación de sus poemas con el pasillo ecuatoriano, tras el trabajo de Carlos Brito Benavides.
He elegido para comenzar la semana este poema de su primer libro, publicado aún mientras residía en Cuba. Dado la pluralidad de la vida de la vida de Rosario he comenzado por esta versión que la pianista yucateca Ligia Cámara, grabó para el disco recopilatorio publicado en México en el 2004 "Rosario Sansores, Canciones de la Alondra" (octava pista)
Continuo con una versión de pasillo ("El pasillo ecuatoriano es un género musical que se derivó del pasillo colombiano; y que era una danza folclórica autóctona, adaptación local del vals austriaco"), que no llega al renombre de "Sombras" del que hablaremos esta semana, pero es interesante.
La música es de Enrique Manzano, y lo interpretaba el dueto "Voces Latinas" . Acabo con la versión de l grupo colombiano "Santa María Trío" que lo graban en su álbum, "Nuestro Mundo" del 2007, es la canción con la que comienza el álbum
Te encontraron detrás de tu sombra, el sol del ocaso a la espalda y por eso tu derrota. Si el sol está en tu pecho, pies y cabeza dorados, no te vencen hombres, dioses y elementos.
Ya caído miras sin ojos, oyes sin oídos, sientes sin tacto, hablas sin lengua, condenado a silencio sin más alarido que la sangre en las heridas.
¿Qué hierbas sostienen tan adentro tu aliento de tinaja y agua dulce?
Sacas tu mañana a la ceniza y la revuelcas entre plumas de pájaros helados que gorjean esperando que rías. No la mueca. La risa. La, ¡ay!, perdida risa de tus dientes bellos.
El sol volverá a tu garganta, a tu frente, a tu pecho, antes que anochezca definitivamente sobre tu raza, sobre tus pueblos, y qué humanos serán el grito, el salto, el sueño, el amor y la comida.
Estás hoy tú y mañana otro igual a ti seguirá en la espera. No hay prisa ni exigencia. Los hombres no se acaban
Aquí había un valle, ahora se alza un monte. Allá había un cerro, ahora hay un barranco. El mar petrificado se convirtió en montaña y se cristalizaron relámpagos en lagos.
Sobrevivir a todos los cambios es tu sino. No hay prisa ni exigencia. Los hombres no se acaban.
En el disco de Debora Infante, que comentaba el lunes pasado , me he encontrado este poema musicado de Miguel Ángel Asturias, un escritor guatemalteco, con una prosa poética fascinante, que me atrapó cuando lo comencé a leer con poco mas de quince años. De sus libros Sr. Presidente, Hombres de Maíz, me quedaría con su primogénito Leyendas de Guatemala, claro antecedente de Gabriel García Márquz, el descubrir las palabras llena de belleza mientras se lee. He escogido una de sus Leyendas, he adjuntado el texto aunque es largo y lo podéis leer sino en la web de la Biblioteca Digital Ciudad Seva https://ciudadseva.com/texto/leyenda-de-la-tatuana/ Os dejo también el texto narrado
Leyenda de la Tatuana
Ronda por Casa-Mata la Tatuaba…
El Maestro Almendro tiene la barba rosada, fue uno de los sacerdotes que los hombres blancos tocaron creyéndoles de oro, tanta riqueza vestían, y sabe el secreto de las plantas que lo curan todo, el vocabulario de la obsidiana —piedra que habla—y leer los jeroglíficos de las constelaciones.
Es el árbol que amaneció un día en el bosque donde está plantado, sin que ninguno lo sembrara, como si lo hubieran llevado los fantasmas. El árbol que anda … El árbol que cuenta los años de cuatrocientos días por las lunas que ha visto, que ha visto muchas lunas, como todos los árboles, y que vino ya viejo del Lugar de la Abundancia.
Al llenar la luna del Búho-Pescador (nombre de uno de los veinte meses del año de cuatrocientos días), el Maestro Almendro repartió el alma entre los caminos. Cuatro eran los caminos y se marcharon por opuestas direcciones hacia las cuatro extremidades del cielo. La negra extremidad: Noche sortílega. La verde extremidad: Tormenta primaveral. La roja extremidad: Guacamayo o éxtasis de trópico. La blanca extremidad: Promesa de tierras nuevas. Cuatro eran los caminos.
—Caminín! ¡Caminito!… —dijo al Camino Blanco una paloma blanca, pero el Caminito Blanco no la oyó. Quería que le dieran el alma del Maestro, que cura de sueños. Las palomas y los niños padecen de ese mal.
—Caminín! ¡Caminito! … —dijo al Camino Rojo un corazón rojo; pero el Camino Rojo no lo oyó. Quería distraerlo para que olvidara el alma del Maestro. Los corazones, como los ladrones, no devuelven las cosas olvidadas.
—Caminín! ¡Caminito!… —dijo al Camino Verde un emparrado verde, pero el Camino Verde no lo oyó. Quería que con el alma del Maestro le desquitase algo de su deuda de hojas y de sombra.
¿Cuántas lunas pasaron andando los caminos?
¿Cuántas lunas pasaron andando los caminos?
El más veloz, el Camino Negro, el camino al que ninguno hablo en el camino, se detuvo en la ciudad, atravesó la plaza y en el barrio de los mercaderes, por un ratito de descanso, dio el alma del Maestro al mercader de joyas sin precio.
Era la hora de los gatos blancos. Iban de un lado a otro. ¡Admiración de los rosales! Las nubes parecían ropas en los tendederos del cielo.
Al saber el Maestro lo que el Camino Negro había hecho, tomó naturaleza humana nuevamente, desnudándose de la forma vegetal de un riachuelo que nacía bajo la luna ruboroso como una flor de almendro, y encaminóse a la ciudad.
Llegó al valle después de una jornada, en el primer dibujo de la tarde, a la hora en que volvían los rebaños, conversando a los pastores, que contestaban monosilábicamente a sus preguntas, extrañados, como ante una aparición, de su túnica verde y su barba rosada.
En la ciudad se dirigió a Poniente. Hombres y mujeres rodeaban las pilas públicas. El agua sonaba a besos al ir llenando los cántaros. Y guiado por las sombras, en el barrio de los mercaderes encontró la parte de su alma vendida por el Camino Negro al Mercader de Joyas sin precio. La guardaba en el fondo de una caja de cristal con cerradores de oro.
Sin perder tiempo se acerco al Mercader, que en un rincón fumaba, a ofrecerle por ella cien arrobas de perlas.
El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Cien arrobas de perlas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
El Maestro aumentó la oferta. Los mercaderes se niegan hasta llenar su tanto. Le daría esmeraldas, grandes como maíces, de cien en cien almudes, hasta formar un lago de esmeraldas.
El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Un lago de esmeraldas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
Le daría amuletos, ojos de namik para llamar el agua, plumas contra la tempestad, marihuana para su tabaco…
El Mercader se negó.
¡Le daría piedras preciosas para construir, a medio lago de esmeraldas, un palacio de cuento!
El Mercader se negó. Sus joyas no tenían precio, y, además ¿a que seguir hablando?, ese pedacito de alma lo quería para cambiarlo, en un mercado de esclavas, por la esclava más bella.
Y todo fue inútil, inútil que el Maestro ofreciera y dijera, tanto como lo dijo, su deseo de recobrar el alma. Los mercaderes no tienen corazón.
Una hebra de humo de tabaco separaba la realidad del sueño, los gatos negros de los gatos blancos y al Mercader del extraño comprador, que al salir sacudió sus sandalias en el quicio de la puerta. El polvo tiene maldición.
Después de un año de cuatrocientos días —sigue la leyenda—cruzaba los caminos de la cordillera el Mercader. Volvía de países lejanos, acompañado de la esclava comprada con el alma del Maestro, del pájaro flor, cuyo pico trocaba en jacintos las gotitas de miel, y de un séquito de treinta servidores montados.
—No sabes —decía el Mercader a la esclava, arrendando su caballería—cómo vas a vivir en la ciudad! ¡Tu casa será un palacio y a tus órdenes estarán todos mis criados, yo el último, si así lo mandas tú!
—Allá —continuaba con la cara a mitad bañada por el Sol—todo será tuyo. ¡Eres una joya, y yo soy el Mercader de joyas sin precio! ¡Vales un pedacito de alma que no cambié por un lago de esmeraldas! … En una hamaca juntos veremos caer el sol y levantarse el día, sin hacer nada, oyendo los cuentos de una vieja mañosa que sabe mi destino. Mi destino, dice, está en los dedos de una mano gigante, y sabrá el tuyo, si así lo pides tú.
La esclava se volvía al paisaje de colores diluidos en azules que la distancia iba diluyendo a la vez. Los árboles tejían a los lados del camino una caprichosa decoración de güipil. Las aves daban la impresión de volar dormidas, sin alas, en la tranquilidad del cielo, y en el silencio de granito, el jadeo de las bestias, cuesta arriba, cobraba acento humano.
La esclava iba desnuda. Sobre sus senos, hasta sus piernas, rodaba su cabellera negra envuelta en un solo manojo, como una serpiente. El Mercader iba vestido de oro, abrigadas las espaldas con una Manta de lana de chivo. Palúdico y enamorado, al frío de su enfermedad se unía el temblor de su corazón. Y los treinta servidores montados llegaban a la retina como las figuras de un sueño.
Repentinamente, aislados goterones rociaron el camino percibiéndose muy lejos, en los abajaderos, el grito de los pastores que recogían los ganados, temerosos de la tempestad. Las cabalgaduras apuraron el paso para ganar un refugio, pero no tuvieron tiempo: tras los goterones, el viento azotó las nubes, violentando selvas hasta llegar al valle, que a la carrera se echaba encima las mantas mojadas de la bruma, y los primeros relámpagos iluminaron el paisaje, como los fogonazos de un fotógrafo loco que tomase instantáneas de tormenta.
Entre las caballerías que huían como asombros, rotas las riendas, ágiles las piernas, grifa la crin al viento y las orejas vueltas hacia atrás, un tropezón del caballo hizo rodar al Mercader al pie de un árbol, que, fulminado por el rayo en ese instante, le tomó con las raíces como una mano que recoge una piedra, y le arrojó al abismo.
En tanto, el Maestro Almendro, que se había quedado en la ciudad perdido, deambulaba como loco por las calles, asustando a los niños, recogiendo basuras y dirigiéndose de palabra a los asnos, a los bueyes y a los perros sin dueño, que para e1 formaban con el hombre la colección de bestias de mirada triste.
—Cuántas lunas pasaron andando los caminos? … —preguntaba de puerta en puerta a las gentes, que cerraban sin responderle, extrañadas, como ante una aparición, de su túnica verde y su barba rosada.
Y pasado mucho tiempo, interrogando a todos, se detuvo a la puerta del Mercader de Joyas sin precio a preguntar a la esclava, única sobreviviente de aquella tempestad: —Cuántas lunas pasaron andando los caminos?…
El sol, que iba sacando la cabeza de la camisa blanca del día, borraba en la puerta, claveteada de oro y plata, la espalda del Maestro y la cara morena de la que era un pedacito de su alma, joya que no compró con un lago de esmeraldas. —Cuántas lunas pasaron andando los caminos?…
Entre los labios de la esclava se acurrucó la respuesta y endureció como sus dientes. El Maestro callaba con insistencia de piedra misteriosa. Llenaba la luna del Búho Pescador. En silencio se lavaron la cara con los ojos, al mismo tiempo, como dos amantes que han estado ausentes y se encuentran de pronto.
La escena fue turbada por ruidos insolentes. Venían a prenderles en nombre de Dios y el Rey; por brujo a él y por endemoniada a ella. Entre cruces y espadas bajaron a la cárcel, el Maestro con la barba rosada y la túnica verde, y la esclava luciendo las carnes que de tan firmes parecían de oro.
Siete meses después, se les condenó a morir quemados en la Plaza Mayor. La víspera de la ejecución, el Maestro acercóse a la esclava y con la uña le tatuó un barquito en el brazo, diciéndole:
—Por virtud de este tatuaje, Tatuana, vas a huir siempre que te halles en peligro, como vas a huir hoy. Mi voluntad es que seas libre como mi pensamiento; traza este barquito en el muro, en el suelo, en el aire, donde quieras, cierra los ojos, entra en él y vete…
¡Vete, pues mi pensamiento es más fuerte que ídolo de barro amasado con cebollón! ¡Pues mi pensamiento es más dulce que la miel de las abejas que liban la flor del suquinay!
¡Pues mi pensamiento es el que se torna invisible!
Sin perder un segundo la Tatuana hizo lo que el Maestro dijo: trazó el barquito, cerró los ojos y entrando en él —el barquito se puso en movimiento— escapó de la prisión y de la muerte.
Y a la mañana siguiente, la mañana de la ejecución, los alguaciles encontraron en la cárcel un árbol seco que tenía entre las ramas dos o tres florecitas de almendro, rosadas todavía. Miguel Ángel Asturias Leyendas de Guatemala, (1930)
América Latina 12 de julio de 1963 Feria de Santa Ana (Bahía – Brasil)
Mi cuate Mi socio Mi hermano
Aparcero Camarado Compañero
Mi pata M’´hijito Paisano...
He aquí mis vecinos. He aquí mis hermanos.
Las mismas caras latinoamericanas de cualquier punto de América Latina:
Indoblanquinegros Blanquinegrindios Y negrindoblancos
Rubias bembonas Indios barbudos Y negros lacios
Todos se quejan: —¡Ah, si en mi país no hubiese tanta política...! —¡Ah, si en mi país no hubiera gente paleolítica...! —¡Ah, si en mi país no hubiese militarismo, ni oligarquía ni chauvinismo ni burocracia ni hipocresía ni clerecía ni antropofagia... —¡Ah, si en mi país...!
Alguien pregunta de dónde soy (Yo no respondo lo siguiente):
Nací cerca del Cuzco admiro a Puebla me inspira el ron de las Antillas canto con voz argentina creo en Santa Rosa de Lima y en los orishás de Bahía.
Yo no coloreé mi Continente ni pinté verde a Brasil amarillo Perú roja Bolivia.
Yo no tracé líneas territoriales separando al hermano del hermano.
Poso la frente sobre Río Grande me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico y sumerjo mi diestra en el Atlántico.
Por las costas de oriente y occidente doscientas millas entro a cada Océano sumerjo mano y mano y así me aferro a nuestro Continente en un abrazo Latinoamericano.
Continúo con otro poema de Nicomédes que se grabó en el mismo disco de 1964, Cumanana, reeditado en 1970 y en el 2000. El cantante y folklorista argentino César Isella, lo grabó en 1971, junto con el "Quinteto Tiempo", en su disco ·Hombre en el Tiempo (era el tema con el que comenzaba la cara A), grabándolo de nuevo posteriormente en 1986 ("Abrazo latinoamericano; 30 años de sonidos y silencio")
Ritmos negros del Perú, poema de Nicomédes Santa Cruz, cantado por el mismo, Debora Infante y Los Negros del Miércoles
Ritmos negros del Perú
«A don Porfirio Vásquez A.».
Ritmos de la esclavitud contra amarguras y penas. Al compás de las cadenas ritmos negros del Perú.
De África llegó mi abuela vestida con caracoles, la trajeron lo` epañoles en un barco carabela. La marcaron con candela, la carimba fue su cruz. Y en América del Sur al golpe de sus dolores dieron los negros tambores ritmos de la esclavitud
Por una moneda sola la revendieron en Lima y en la Hacienda La Molina sirvió a la gente española. Con otros negros de Angola ganaron por sus faenas zancudos para sus venas para dormir duro suelo y naíta`e consuelo contra amarguras y penas…
En la plantación de caña nació el triste socavón, en el trapiche de ron el negro cantó la zaña. El machete y la guadaña curtió sus manos morenas; y los indios con sus quenas y el negro con tamborete cantaron su triste suerte al compás de las cadenas.
Murieron los negros viejos pero entre la caña seca se escucha su zamacueca y el panalivio muy lejos. Y se escuchan los festejos que cantó en su juventud. De Cañete a Tombuctú, de Chancay a Mozambique llevan sus claros repiques ritmos negros del Perú.
Nicomédes Santa Cruz Ritmos Negros del Perú. Ed Losada Buenos Aires (1971)
Seguimos con otro poeta peruano, más moderno, Nicomédes Santa Cruz, difusor de la cultura afro peruana a través de espectáculos con canciones, y actividades en prensa y radio, también grabó discos con sus composiciones, donde recita acompañado por música o canta acompañado de guitarra. En el año 1964, grabó su sexto álbum, Cumanana, que incluye esta pista
En el 2010, la cantautora argentina Debora Infante, graba su disco "Herencia Poética", donde incluye esta versión (séptima pista)
La entrada de Arsenio Iglesias de Archi-Letras, sobre este poema, resume perfectamente la vida del poeta, así que mejor leer el original. Es el otro motivo por el que he comenzado con este poema
Ya sé que sólo agrada quien es feliz. Su voz se escucha con gusto. Es hermoso su rostro.
El árbol deforme del patio denuncia el terreno malo, pero la gente que pasa le llama deforme con razón.
Las barcas verdes y las velas alegres del Sund no las veo. De todas las cosas, sólo veo la gigantesca red del pescador.
¿Por qué sólo hablo de que la campesina de cuarenta años anda encorvada? Los pechos de las muchachas son cálidos como antes.
En mi canción una rima me parecería casi una insolencia.
En mí combaten el entusiasmo por el manzano en flor y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda. Pero sólo esto último me impulsa a escribir.
Bertolt Brecht (1939)
Traducción de Jesús López Pacheco y Vicente Romano, Poemas y canciones (Alianza Editorial.«El libro de bolsillo»: 1968)
" La democracia es frágil y cuando desde la autoridad se conspira contra ella puede verse arrumbada como un trasto inútil, aunque se la invoque para obtener poderes excepcionales"
… escribió Bertolt Brecht, ante «el horror por los discursos del pintor de brocha gorda», en uno de sus más célebres poemas. En aquella segunda mitad de la década de 1930 cada palabra del líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán sumaba una amenaza que acabaría siendo ineludible. Paso a paso, alcanzado el poder, ese líder sumergió a la nación en un charco en el que se diluyeron las libertades, el pensamiento y el derecho. Nadie quedaba a salvo porque la justicia ya no era tal y se subordinaba al interés de un Estado que, desde la democracia, se construyó totalitario. Y porque cualquier disidencia quedó sumida en la clandestinidad.
Copio estas palabras del catedrático y colaborador de la Razón Mikel Buesa (1), porque recogen perfectamente lo que siento ante los sucesos de estos días y tras el nuevo ascenso de Donald Trump, a la Presidencia de EEUU
He escogido la traducción del poema de Brecht, realizada en el antiguo libro de bolsillo de Alianza Editorial, que aun flota en algún lugar de la memoria, de las tres traducciones que conozco, sigue siendo mi preferida, quizá porque un poeta es el que mejor puede traducir a otro poeta
Lo de malos tiempos para la lírica fue una frase que se utilizó en la izquierda política, refiriéndose a una situación cada vez más difícil, A principios de los ochenta, German Coppini compuso esta canción- poema y con su grupo (Golpes Bajos) la hizo popular y en cierta medida una representación de la movida madrileña de esa época. Esta es la letra
El azul del mar inunda mis ojos. El aroma de las flores me envuelve. Contra las rocas se estrellan mis enojos y nuevas sensaciones me devuelven. Malos tiempos para la lírica.
Las ratas corren por la penumbra del callejón. Tu madre baja con el cesto y saluda. Ya casi ha terminado tu jersey de cotton. Dedicas tu sonrisa blanca y pura. Malos tiempos para la lírica.
Seguro que algún día, cansado y aburrido, compartirás con alguien nuevo amanecer. Trabajo de banquero bien retribuido. Tu madre con anteojos volverá a tejer. Malos tiempos para la lírica. Malos tiempos para la lírica.
He elegido un directo en el Rockola madrileño de 1983, que se incluyó en la película "A tope" de 1984, de Tito Fernández.
Otro gallego (German Coppini, aunque nacido en Santander, se crió en Vigo), Ivan Ferreiro (Los Piratas), incluyó esta versión en su disco del 2018 homenaje al grupo gallego Golpes Bajos, titulado “Cena recalentada". Así suena
Sobre la vida de Brecht, os hablé la semana que presenté alguno de sus poemas musicados, pero su importancia en la música sobre todo en los sesenta y ochenta, daría para varias entradas, que llegará, si el tiempo y otros factores lo permiten.En relación con el aumento del totalitarismo en los gobiernos cercanos y el engaño que hace a los ciudadanos, solo se puede recomendar, que no olvideis pensar y dialogar, porque es la única forma de ser un poco mas libres
Como epílogo os propongo esta reflexión del teólogo luterano Martin Niemöller, ( falsamente atribuida a Betolt Brecht) en un sermón en 1946. Parece que poco aprendemos del pasado
Ich weiß doch: nur der Glückliche Ist beliebt. Seine Stimme Hört man gern. Sein Gesicht ist schön.
Der verkrüppelte Baum im Hof Zeigt auf den schlechten Boden, aber Die Vorübergehenden schimpfen ihn einen Krüppel Doch mit Recht.
Die grünen Boote und die lustigen Segel des Sundes Sehe ich nicht. Von allem Sehe ich nur der Fischer rissiges Garnnetz. Warum rede ich nur davon Daß die vierzigjährige Häuslerin gekrümmt geht? Die Brüste der Mädchen Sind warm wie ehedem.
In meinem Lied ein Reim Käme mir fast vor wie Übermut.
In mir streiten sich Die Begeisterung über den blühenden Apfelbaum Und das Entsetzen über die Reden des Anstreichers. Aber nur das zweite Drängt mich zum Schreibtisch.
Para Manuel González Prada, esta emoción bravía y selecta, una de las que, con más entusiasmo, me ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo; me pesa haber tomádote tu pan; pero este pobre barro pensativo no es costra fermentada en tu costado: ¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre, hoy supieras ser Dios; pero tú, que estuviste siempre bien, no sientes nada de tu creación. ¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas, como en un condenado, Dios mío, prenderás todas tus velas, y jugaremos con el viejo dado. Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte del universo todo, surgirán las ojeras de la Muerte, como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, obscura, ya no podrás jugar, porque la Tierra es un dado roído y ya redondo a fuerza de rodar a la aventura, que no puede parar sino en un hueco, en el hueco de inmensa sepultura.
Otro poema de César Vallejo, dedicado al poeta, ensayista y anarquista peruano Manuel González Prada. César Vallejo, aprendió pronto lo duro que es estar vivo, y sus poemas nos conmueven. En este caso se juntan, el resentimiento, la ira, el dolor y la melancolía.
El madrileño, Moncho Otero, puso música a este poema
El actor, compositor y político peruano Iber Maraví, (ex ministro de Trabajo en 2021), le puso música y fue incluido en su disco "La voz del Pueblo" (cuarta pista) donde pone música a varios poemas de César Vallejo , junto a temas propios
Amada, en esta noche tú te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso; y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado, y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
En esta noche clara que tanto me has mirado, la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso. En esta noche de setiembre se ha oficiado mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos; se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura; y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos; ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.
Siguiendo con el periplo americano, vuelvo a César Vallejo, y otro poema de su gran libro "Los Heraldos Negros" , unos poemas de corte aun modernista, donde la desesperanza parece abarcar todas las secciones del libro
Paco Ibañez, puso música a este poema en 1990, con el título de "Amada" (Por una canción) y lo volvió a publicar en el 2012 en el disco "Paco Ibáñez canta a los poetas latinoamericanos".
Paco Ibáñez, varía ligeramente la letra, de las cuatro estrofas del poema, toma solo la primera y la
cuarta, y el primer verso de la tercera. Asimismo, lleva a cabo
distintas repeticiones.
Otro poema de Alejandra Pizarnik, de una época más tardía, que con el nombre "La noche", grabó Fin del Mundo, un cuarteto de chicas de Buenos Aires, aunque de procedencia patagónica (por eso su nombre), en el 2020 para su primer EP, que tres años más tarde se recompuso junto a su segundo EP en CD de ocho pistas "Todo va hacia el mar", No he encontrado versión recitada de este breve poema, así que os dejo con el disco íntegro de estas chicas que merece escucharse
Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencia, a llanto. Pero tú alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeños perdidos en el desierto.
Han venido a incendiar la edad del sueño. Un adiós es tu vida. Pero tú te abrazas como la serpiente loca de movimiento que sólo se halla a sí misma porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto, tú abres el cofre de tus deseos y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.
Semana rara que incluye fiesta y celebración del día de difuntos, sigo con un poema del otro lado del Atlántico, realizado por Alejandra Pizarnik, poeta maldita, pero de bella lírica. En el 2023, Elena Aranoa, le puso música y lo incluyó en su disco "Tu me quieres blanca", donde pone música a textos de grandes autoras, como siempre un placer escucharla en un directo aunque sea en diferido, a pesar de la dificultad de poner música a estas palabras