Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.
Miguel Hernández: El rayo que no cesa (1936)
En el 2009 se hicieron varias versiones, quizá la primera fuera la de Vicente Monera, que lo acompaña con otro poema del libro "Umbrio por la pena" (sexto poema). Por ello, os lo dejo al final de la entrada.
También en el año 2009 Paco Damas, lo incluye en su álbum "Tristes Guerras" (décima pista). Una versión animada para sobrellevar la pena
En el 2009, Sally Ramos, lo graba y se incluye en el 2012 en el disco "Una Canción para Miguel" (el corte anterior al soneto de ayer)
En el 2010, el ilicitano Francisco RodríguezTambi Fernández, Fraskito, graba su disco "Tierra y sangre", un Homenaje a Miguel Hernández, con la colaboración de Enrique Morente. Este soneto es la novena y última pista del disco. Una versión desde el cariño al poeta. He seleccionado esta actuación en directo, donde se acompaña por una trompeta
También en el 2010, el sevillano Daniel Mata lo interpreta en su directo "Daniel Mata en el Callejón del Gato", proyecto artístico que comenzó en el 2001
El rockero madrileño, Mariano González, capitanea el grupo Caravana Underground, en el 2023 grabaron su segundo disco "Diario de las olas", incluyendo esta versión del poema de Miguel Hernández (cuarta pista)
Como os comentaba al principio la versión de Vicente Monera del 2009, incluye otro poema del libro "Umbrio por la pena" (sexto poema), que aunque tiene motivos para una entrada, sobre todo por la versión de Serrat en su primer disco de Miguel Hernández de 1972, me parece razonable poner el texto del soneto, que en cierta forma se complementa con este y cuyo último verso es realmente un final
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
Miguel Hernández: El rayo que no cesa (1936)
Buen miércoles
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