Tarde del trópico
Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.
Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta,
llora,
Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
¡Miserere!
La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.
Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.
Cual si fuese lo invisible...
cual si fuese el rudo son
que diese al viento un terrible
león.
Rubén Darío (A bordo del Barracouta, Amapala, 16 de mayo de 1892; publicado en Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas (1905)
Ya que esta semana estamos hablando de las corrientes literarias de principios del pasado año, se me ha ocurrido volver con Rubén Darío, máximo exponente del modernismo en lengua española, que fue el claro contrapunto de los ultraístas.
Este pequeño poema tiene una musicalización muy curiosa por parte de Andrés Calamaro (Rarezas) que lo envuelve y da al poema un color y una calidez distinta al que hemos oído al ser declamado
Hay varias versiones musicalizadas de este texto, que, aunque no logran la ternura de la versión del Sr. Calamaro, son bastante interesantes, os propongo para empezar una versión nicaragüense del músico Róger Urbina más conocido como “El Chocoano”
Acabo con una versión en electro-pop, de un grupo creo que español, “Los Mazaleones” del que no he logrado encontrar más información que su cuenta de you-tube con poemas musicados de Rubén Darío y Charles Baudelaire, creo que son granadínos Es una versión distinta y más marítima con la acabo
Buen jueves
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