3 de abril de 2020

¿Por qué cantamos? . Mario Benedetti



¿Por qué cantamos?
Si cada hora vino con su muerte,
si el tiempo era una cueva de ladrones
los aires ya no eran Buenos Aires,
la vida nada más que un blanco móvil.

Usted preguntará por qué cantamos.

Si los nuestros quedaron sin abrazos,
la patria casi muerta de tristeza
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que explotara la vergüenza.

Usted preguntará por qué cantamos.

Cantamos porque el río esta sonando
y cuando suena el río suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.

Si fuimos lejos como un horizonte,
si aquí quedaron árboles y cielo,
si cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro.

Usted preguntará por qué cantamos.

Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la cancion se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.

Mario Benedetti .Cotidianas – 1979


En Septiembre de este año Benedetti cumpliría cien años, siempre es un motivo mas para recordarle
La primera versión musicada que conozco de este poema es la del compatriota de Benedetti, el uruguayo Hector Numa Moraes, en su disco “Furia” de 1979, era el tema con el que cerraba el disco (décimo corte) La primera versión que he odio habitualmente es la de Nacha Guevara que la incluyó en 1984 en su disco “Los patitos feos” era el primer corte de la cara B (sexto actual)



La siguiente versión que os propongo  es la que se desarrolla en un espectáculo del mismo nombre que se desarrolló en agosto de 1984 en Santiago de Chile interpretada por Nito Mestre, Celeste Carballo, Juan Carlos Baglietto y Oveja Negra



La tercera versión es la del grupo reggae puertoriqueño “Cultura Profética”, aparece en su disco “Canción de Alerta” de 2008 (quinto corte)


Este poema de Benedetti, poco conocido en España, solo conozco esta versión de un fragmento (casi completo) del poema donde se trastoca ligeramente el orden y desaparece la primera estrofa, con que Los Sabandeños cierran su disco de aniversario de sus cuarenta años: “Diamante” del 2006, con el que cierran el disco. Es una versión recitada mientras que de fondo suena la música de “Si se calla el cantor” de Horacio Guarany. Una versión preciosa para mi gusto


Benedetti además de poeta era un gran contador de historias; en estos días que no sabemos bien quienes somos realmente, me he acordado de este relato con el que dejo de incordiar: “El Otro Yo”


Y este es el relato:

“Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.”
EL OTRO YO, un cuento de Mario Benedetti (Uruguay, 1920-2009) del blog: Narrativa Breve.

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